Monday, January 12, 2009

Danza. Foto :Waldo lopez


Yo en tanto, absorto, viendo como del viento se nacía lo incierto, lo inesperado, como cuando los caminos se vuelven abruptos y voluptuosos, justo cuando el pelo empieza a cambiar de color y el espejo parece que miente. Así brincó la chispa, que nadie sabe de donde chispeó, directo al centro de la llamarada. De un lugar remoto se nació lo que se canta. Pareciera la danza de las cuatro lunas en vez de seis. Como un nacer en el renacer, haciendo más tersa la cuesta que se avecina con sus barruntos de sin sabores y el pronostico del tiempo con el agridulce ardor de huesos. Ahí mero nació otro tiempo, con sus relatos de gitana y viajera de estrellas, con sus manos para detener el tiempo y esconderlo en un cofrecito donde guarda la foto de una anciana. El viento primero soplo sobre la braza. Acarició su fuego virgen y continuo su travesía con alma de golondrina. Los tiempos dijeron “así son las cosas”. Fui, con el viento primero, pedacito de algo que nace, algo más cercano al ser humano, algo que dice que sí a la vida, que se apuesta lo que resta al sueño de lo que siempre ha estado ahí, guarecido en su silencio, dispuesto a pelear contra las hojas sucias de ese otro calendario de un mundo al revés.


Laberinto para despistar al tirano, se escucha
Luciérnagas para iluminar el camino, izquierdo y sentido
Penas muy otras de diverso linaje,
para colorear un ¿De qué nos tienen que perdonar?
y ahondar en la selva sus hechizos y deidades pétreas.
Mapa verde del cielo, su epopeya
de celestes arpegios,
ruta en el Tam Tam de las hormigas
a la hora cero prometida, la hora del despertar.
Dice la profecía.

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