Monday, January 12, 2009

“Sin duda Carlos Marx se hubiere entusiasmado al ver un movimiento tan singular, apartado de los cánones que conforman la estructura teórica del Marxismo y siguiendo un camino que data de los ancestros”. La fraterna bulla, de los que se consideran miembros de una tripulación intergaláctica, empañaba los cristales de las ventanillas, donde, al ritmo de las luces, aparecían y desaparecían rostros fugaces. Reflexionaba en el extraño magnetismo que el neo zapatismo ejerce y nutre a todos nosotros y a una diversidad de organismos y movimientos antisistémicos. Desde movimientos ecologistas hasta movimientos que por su naturaleza ética no encajan en la estructura social del capitalismo como son las trabajadoras sexuales, las que en más de dos ocasiones me dejaron con el ojo cuadrado, al conocer de sus luchas y su organización a nivel nacional y su decisión de adherirse a la otra campaña de los hermanos zapatistas. “Quizás la comuna de Paris”; con su grito de rosas, con su champagne de amplios valles, con su guillotina para destrabar la historia, con todo lo que le sucedería en el marco de las crisis coyunturales en el actual modelo económico elegido para nuestra desdicha, seria su prima hermana en la distancia, solo que aquí, en las comunidades zapatistas diversas comunas se hermanan, creando nuevas rutas, para entretejer en el futuro de los vientos, su destino, y sobre la manta de la noche bordada con hilo de plata muchas diferencias en forma de estrellas.
De alguna manera me sentía destello del cuarzo. Fragmento de luz abigarrado de un verde al alo rojo sobre un pedazo de instante; destello que al jugar con la pupila se desvanece en un reflejo que quiso ser azul. La ciudad se quedaba atrás, aplaudiendo a la noche cómodamente recostada en el zaguán de la historia. Las estrellas coquetas cerraban intermitentemente sus ojos.


Es que nos es fácil de entender.
lo simple cuesta desarmar las ideas,
para que funcionen en equilibrio con el sur,
por donde se fueron dando de saltos
varios siglos
al anafre de los tiempos
para volverse fuego de otra llamarada.

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