Monday, December 19, 2011

Un Encuentro con la Esperanza



Y me dijo: “Adiós Papá”.
José Cruz Álvarez.

La temperatura de esa tarde noche hacía temblar a más de dos, mientras esperábamos Cristina y yo el inicio del programa. Un embutido de fuego nos congregaba a su entorno, como rito primario en aquellas noches de sorpresa y volcanes, misterio y sobrevivencia. Algo flotaba en el ambiente en la Casa de la Cultura Obrera de Tijuana, este Diciembre apenas empezado, a treinta meses de esta tragedia, hacía que el frío fuese un tanto más cordial, menos incisivo. Las chamarras y abrigos recubrían ese sentimiento de respeto y silencio, ese agridulce espasmo de solidaridad anticipada. Como el reconocimiento que del fuego y del viento se hace sin ser solicitado. Este frio esquivo se mecía entre lo más sensible del ser: la solidaridad en las alas de lo inefable; ceremonial que nos hermanaba a ese mismo camino de múltiples regazos y dolores, somnolientos bermellones. Las tazas de café se ofrendaban a la quietud de la noche. Pasaban de mano en mano como el cáliz nocturnal de las ausencias.
Enmarcados, o mejor dicho: cobijados por la palabra justicia y dentro de ella las 49 fotografías de aquellos niños y niñas cuya existencia fue prematura e irresponsablemente segadas en el incendio de la guardería ABC de la ciudad de Hermosillo, Sonora. Cuatro padres de familia (Dos padres y dos madres) compartían sus aventuras, venturas y desventuras en su bregar por esos vericuetos nauseabundos de nuestro sistema judicial. Algunos tomaron la palabra, con su manojo de silencios, para compartir su viacrucis y significativos triunfos, innegables a la luz de lo irreparable. Herida de luz, punto de apoyo para caminar junto con otros dolores en sus andares. Había en sus miradas un mismo brillo que no se cansaba de brillar, de preguntar el porqué del dolor padre entre todos los dolores, un mismo brillo compartido con otras miradas cansadas de mirar, pero con el ansia de ver, con la rabia como tizón dentro de su misma tristeza.
Era inevitable sentirse tocados por el dolor ajeno, ahora tan propio, tan cercano y quemante. Era como si el frio cubriera esas heridas que florecen cada noche como medio de invocación, como medio de comunicarse con lo omnisciente e infinito, eso que no muere y no se resigna a morir de olvido.
La presentación del libro de Diego Osorno: “Nosotros somos los culpables” con el prólogo de Ricardo Rocha, se vendió a un precio verdaderamente módico (cien pesos). Documento en el que se señalan puntualmente los testimonios de 500 personajes directamente involucrados en estos perversos acontecimientos y cuyas utilidades serán destinadas en cabalidad a financiar este movimiento Ciudadano por la Justica 5 de Junio A.C. Movimiento que ha recibido la solidaridad nacional e internacional de personalidades e instituciones y que en su dolor han logrado impulsar la Ley conocida como ley del 5 de Junio. La primera en su género y producida en los avatares de esta lucha. Lo que en sí representa un logro significativo en este rubro. Ley que se fue gestando y evolucionando al ritmo de denuncias, marchas dentro y fuera del Estado de Sonora, ley que emergió entre mentiras y engaños para erigirse como ofrenda a la memoria de sus hijos y sus hijas, para evitar que tragedias como esta, producto de un deseo privatizador, mezquino e indolente, patrimonio de una oligarquía que finca su razón de ser en la inmoralidad y el manejo oportuno y a discreción de eso que llaman ley.
José Francisco García Quintana, Presidente de esta organización, detallaba el cúmulo de citas, retrasos, manipulaciones, presiones y mentiras del aparato del Estado, para deslegitimar y poner todo tipo de trabas a la consolidación en sus respectivas instancias de esta ley.
Un rasgo que se repite en este bregar por la lucha de mejores espacios para la dignidad y justicia en México fue la asistencia de un padre, Oscar Montaño, quién vino desde Ensenada para apoyar a los padres de los menores calcinados y heridos en la guardería ABC , para compartir su propio dolor, el de haber perdido a su hijo en medio de violentas y nunca aclaradas circunstancias. Así mismo su participación en la marcha organizada por el poeta Javier Sicilia rumbo a ciudad Juárez, donde encontró eso que ahora encontraba frente a otros seres con la misma herida e estigma en el alma. La presentación solidaria de un compañero minero de Cananea, el cual a nombre de sus compañeros ofreció apoyo moral y de otro tipo a este movimiento ciudadano. Los que hablaron con palabras de diversas tonalidades pero con la misma melodía del sentir compartido. “Qué manera de involucrarse en un movimiento para exigir justicia frente a frente con el aparato del Estado, sino el dolor, la rabia y la dignidad; al igual que a Rosario Ibarra de Piedra, Las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina, el mismo compañero Javier Sicilia y tantos otros de los otros, los de a pie, los de la Prole (con mayúscula) los más olvidados y en el sureste los más chiquitos, los que no caben en su grandeza, unos y otros, posesos del desengaño y el atrevimiento colosal de reaccionar contra el olvido, el asesinato y puntos intermedios”.
Este movimiento por la justicia 5 de Junio, se erige bajo un santo recuerdo. La ignominia que encontraron por parte del Estado. La solidaridad que encontraron en su viaje a lo insólito y trascendente. La porfía, esa digna porfía cuya savia sorbe del más claro manantial que posee el ser humano: la inocencia. Esa cualidad que es al mismo tiempo el alma de Dios. Este movimiento en su dolor y bregar han sabido distinguir y valorar al verdadero amigo del cínico y perverso. Han encontrado el abrazo que habla el lenguaje de la sangre. Es un movimiento de padres y madres tocados por el siniestro relámpago de un sistema basado en el egoísmo y atesoramiento. Tótems a cuyo sacrificio se ofrenda el alma y se enturbia el futuro. El movimiento 5 de Junio responde con rabia, con digna rabia a su momento, a su gloria y dolor. Incide, en un acto de glorificar la memoria de sus inocentes hijos, en un movimiento que hace honor a su nombre, pues mueve esas pesadas y anquilosadas magmas de conciencias e instituciones. Logra modificaciones legales, que evitarán en lo posible siniestros como este, donde la voracidad empresarial se antepone a toda norma ética y legal, vuelva a repetirse. Este movimiento entiende que hay muchos otros dolores y olvidos, que hay otras manos que ayudan a levantarse, que la dignidad no se extingue tan fácil, como los facinerosos miembros de nuestra clase política imaginan. Que son muchos los dolores cargados de ese dolor, dolor entre los dolores, dolor que abrasa el alma, pero que en medio de su tormenta se transforma en faro iluminando tantas sombras pintarrajeadas de oscuridades.

Friday, November 11, 2011

2 de Noviembre y el altar de muertos en San Pasqual Academy


Como una forma de divulgar, pero al mismo tiempo preservar esta tradición Mexicana ante los vaivenes de una sociedad consumista, cuyos vértices se mueven bajo el slogan de “nuevo” y “trascendente”, decidimos construir un altar de muertos en la Academia de San Pasqual, donde recién empiezo mi tarea de ayudar a estos jóvenes que estudian Arte y Español. Como toda actividad novedosa, este nuevo proyecto atrajo desde un inicio la curiosidad de otros maestros y estudiantes, los cuales nos visitaban y preguntaban sobre algo en particular de los elementos que conforman el altar. El maestro Jason Beedle apoyó desde un inicio la idea de construir un altar, máxime que ya con anterioridad hemos apoyado al movimiento Zapatista con poesía y música y hemos contribuido en la medida de nuestras posibilidades, en el frente zapatista, en nuestro Aguascalientes del ejido Maclovio Rojas, uno de los más aguerridos y bragados de Tijuana, apoyando la consulta, la otra campaña y la sexta declaración de la selva Lacandona, desde la frontera Tijuana/ San Diego y sus alrededores.

Ahora nos tocaba tejer ese delicado brocado de la tradición, una de los más significativos en la cosmovisión indígena de antes y después de la conquista. La concepción mágica que nuestros antepasados desarrollaron a partir de su entorno y cuya última finalidad era la de trascender los diversos cielos que se entrelazan hasta la morada de sus Dioses. Donde altiva la muerte era la flama más bella del sacro recinto. La muerte, enhebrando el misterio nunca develado del todo, era final y nacimiento en el sacrificio de la sangre del hombre, cuya última finalidad era mover los engranes del universo y echasen a rodar nuestro mundo a través de ese enorme hueco del marasmo celestial.

Con el papel picado ambientamos la posta del viento. Para que el rumor luminoso que las sombras dejan al paso de nuestros muertos hiciera constancia de su presencia. Para que el papel de china dibujara las fórmulas que descifran la ruta al inframundo. Para poder ventilar la otredad con el vaho que los siglos depositan sobre los altares del nuevo día, eso tan parecido a la vida eterna.

Con la fruta, dijimos ante las preguntas de maestros y estudiantes, ofrendamos a la tierra sus frutos y reconocemos nuestro origen y destino. Sabemos que nuestra madre nos acaricia con el sigilo de su propio sueño y con el sueño nuestro soplamos para que se enciendan un poquito todas esas almas que se pierden entre las luces de los cucullos.

Las velas, blancas, rojas y verdes y su respectiva flama significan el tercer elemento: el fuego, el elemento que bulle en las entrañas de la tierra y da sentido a los mares y montañas y valles y desiertos y miles de enredaderas de sueños que trepan para atrapar el motivo de la luz solar. El fuego del conocimiento, eso que dio origen a la conciencia del hombre y la creación de su respectivo dios. La trasformación y mutación de la materia, noble magma que da origen al misterio del hombre.



Dijimos, a los que quisieron escuchar, que el agua simbolizaba al origen mismo que en chopos borboteaba y borbotea para constituir el milagro más grande entre todo lo imaginable a millones de años luz a la redonda: la vida, el hombre y su infinidad de Dioses (que alegres y terribles salen a corretear entre los diversos cielos donde el hombre les permitió morar).

En este nuevo evento no participaron todos, pero sí un número considerable de nuestros estudiantes, al llamado de que colocaran una foto de algún ser querido y fallecido; aparecieron Jimi Hendrix, Cantinflas, el siempre presente charro con su…amorcito corazón…, Steve Jobs, Charles Chaplin, la Janis y el Jim, Pancho Villa ¿Cómo podía faltar?, John Lenon, Gorge Harrison, un perrito cuyo nombre no recuerdo, algunas lágrimas para condimentar de último momento la ofrenda, Cesar Chávez, Michael Jackson y muchos más.

Y, como dijera el Despi, para un buen cierre a este cotorreo: “La finalidad del altar de muertos es para que nuestros muertos no se nos vayan a morir”.

Así hicimos nuestra ofrenda a los muertos conocidos y algunos por conocer, así ayudamos y nos ayudamos colocando otro rumbo a esta tradición, la que en vez de apagarse se enciende en nuevas hogueras. Así presentamos nuestro respeto y albur a la muerte, por una nueva ruta en California (San Pasqual) para que al mantener con vida esta tradición, paradójicamente, nos salva del olvido y su consecuencia: el verdadero morir.

Monday, September 19, 2011

Ancestrales voces del Silencio

Ancestrales voces del Silencio

Yo canto las pinturas del libro, lo voy desplegando,
soy cual florido papagayo, mucho de lo que hablo,
en el interior de las casa de las pinturas.
lo sabemos porque lo leyeron los abuelos y los abuelos
vinieron de donde vinieron todas las distancias.
Cantares Mexicanos


Uno y Dos

Ahí donde mora el silencio
y los murmullos cuidan de su cauda, lanzo el anzuelo,
para pescar a plenitud lo que me corresponde de regalías,
la luz que sostiene los prodigios del maíz,
conjunción de las primeras aguas, la primer chispa
y el soplo de lo inconmensurable, aún sin existir en sus catacumbas.

Con un manojo de silencios debidamente macerados en el tepalcate.
Palabras murmullo en el ímpetu del guerrero, apenas perceptible: chispa saltarina
en el laberinto del universo fantasma, apretujado de inexistencias
y amplias periferias
donde aparecería radiante: la muerte y su consorte de vida.

Tres y cuatro

Lo eterno, aún en su cesta de mimbre y navegante de río
en el cuerpo satinado de lo que inmensamente no existía.
Navegaba en el caos divino y su danza de fertilidad
con música y mascara de soles: el milagro del primer verbo.
La palabra florida,, sus glifos, la historia de los caracoles
su recorrido en la espiral de las flores.
El canto de los grafemas en el desierto de las oquedades,
trenzadas en el halo de lo que un día sería Divino.
Entre cantares y largas travesías
se aprendió este canto en la escuela del Calmecac.
Se aprendió el arte de hacer cantar a la roca;
El ágora matutina de la profecía.

El martillo y el cincel nos ayudaron a crear los primeros Dioses,
sus cantos, sus cantares: “La leyenda de los soles”.
Como perseverar ante la voracidad de los tiempos.
Como ofrendar sus colores a la luz del nuevo día
y en cada lectura llenar de flores y cantos al lector.
Epopeya literaria de los abuelos
cincelar Dioses en forma de palabra.
En su lectura levantar santa danza de artificios,, otredades
y en los siete cielos su creación.

Cinco y Seis

Los que tienen en su poder la tinta negra y roja y lo pintado.
Nos llevan, nos guían, nos dicen del camino
Coloquios 1524

El libro nagual: El Amoxtli, con sus venas de papel amate
guiaba a los más viejos a través del mapa de estrellas
dibujado en el cielo.
Los sabedores, los dueños del canto y la palabra
las flores de la danza; los que escribían con tinta negra y roja
el destino de su pueblo según el Gran Señor de la cercanía y la proximidad.

Entonces la palabra escrita, el verbo primero y su abuelo de silencio
fue borrado con cruz y fuego: el vino santo colmó de amores
el potro de sus tormentos.
Ardieron en piras gigantes las voces de los más primeros.
Un cáliz de pólvora multiplicó los excesos y los canales de Texcoco
se tiñeron de sangre.
Entonces la palabra escrita en los Amoxtli y en la roca
dejó su cielo y consonancia.
Bajo la luna, envueltos con fuego y tristeza, sus hijos,
empezaron a invocar su palabra en torno a la hoguera.
La fugacidad de la vida y lo difícil de hablar con su Dios dual,
que es al unísono Agua-noche, danza-fuego
y la palabra que brota como viento bueno de la roca, se multiplicó.

Mariposa de Obsidiana

En un sahumerio de flores y un beso de Itxchel se dio el brumoso despertar.
Ruta lejana que entronca donde se mece el silencio,
donde todo se engrana al instante que muere,
lo que se constriñe en el origen de la palabra:
Lo más sagrado de lo eterno,
lo más florido de los campos,
la primera gota de sangre que reventó en sus mares.
Revoltijo de azules y negros de lo que no era y prefirió ser;
llegar a consumarse en la ruta de los soles y llegar al verde vibrante
de la primer mañana, cuando llegaron los tatas de muy lejos.
Los hombres de la tinta negra y roja, los que sabían el embrujo de la palabra.
“Dijeron que era canto la palabra, emoción y encuentro con la estrella de la mañana,
la que endilgó de valles y montañas y lunas a la noche primera,
la que despertó de entre muchas eternidades con el sabor
a herrumbre de oscuridad entre los labios”.

Siete y Ocho

Espejo que Ahúma
Ya te has ido a la mansión de los muertos, al lugar del descenso, al lugar donde no hay salidas
ni aberturas. Nunca más podrás hacer tu camino de regreso.
Códice Florentino

Dijeron que la palabra sana, de los pasos que siguen: Así lo hicieron caminando.
Desde el principio de todas las travesías.
Dijeron de las voces que está escrito con notas musicales en todo el cuerpo de la noche.
Acertijos de los más viejos convertidos en estrellas fugaces.
Del cielo a los maizales y de la hoguera crujiente a los tiempos venideros.


Los Dioses supieron que existían cuando con su sangre crearon a los hombres.
Los tiempos se congregaron en una lágrima de eterna madrugada;
El sol empezó su caminata a la región de la luz en el cuadrante de los colores.
Y los que venían con la tinta negra y roja “los que sabían”,
los que enhebraban con flores el contorno del fuego y su canto
dijeron su palabra.
Y nacieron las travesías. Nacieron los hijos de nuestros hijos en el camino.
No se conoció otra cosa que el caminar en busca del camino.
Aquel que la palabra había elegido como Tótem y sacrificio.

En la tierra mágica del venado: Vicam

Nueve y Diez

Nueve y Diez
Serpiente de Nácar
(Tláloc y la dualidad)

Lo que no se ve
lo que no se ve mirando
con los cielos
con el azul que acaba de negro,
tejió con estrellas y plumas de quetzal el destello del canto.
Y cantó
cantando de voces y cantos
un pedacito de luna y flor de cacao
con herida de luz y el aroma intimo de la tierra.
Espuma de un color ocre que sabe a barro
“color de mi carne”.
“El que sabe algo” dijo su palabra
dijo del enigma de las sombras
lo oscuro del no regresar,
lo enterito entre la distancia y la lejanía,
lo apretujado de los tiempos:
la poesía de flor y canto.

Por fin lo comprende mi corazón:
escucho un canto
contemplo una flor..
!Ojala no se marchiten!
Netzahualcoyotl

Porque lo junto y lo cercano
corta como el jade filoso;
porque el dueño de las proximidades
unta su canto a los caminos
de la noche y sus vientos.
Porque los rostros y corazones ocultos
en la línea que divide el mundo de los muertos,
dicen de los sueños con las figuras de las nubes
a punto de llorarse.
Porque el Dador de todo lo oculto
lo enseña con su canto, su danza y su flor.
Con canto de cantares.
Con cantares de fiesta
con fiesta de colores.
Con colores del rojizo amanecer,
con camino apenas errante
errante de la primavera que nunca termina.

Acaso por mi tengas que llorar,
por mi tengas que afligirte,
tu amigo mío,
pero yo ya me voy a su casa.
Solo esto dice mi corazón
no volveré una vez más.
Cuacuauhtzín

Porque hasta en el más noble corazón, como en el diamante,
la claridad se ahúma.
La noche se vacía de transparencia.
En algún lugar del recorrido
un suspiro de niebla araña los ahuehuetes.
La noche sin velos y sus manos,
a la deriva de sus hijos, repletos de estrellas.
Porque mi voz brota donde se escriben los cantos.
Con sonajas, plumas y flor de cacao a celebrar
con la estrella de la mañana en la piedra del sacrificio.
Porque hasta el sacrificio de los Dioses
fue con sangre para echar a rodar la noche entera.
Porque así estaba dispuesto en el canto de las flores, antes,
mucho antes del siniestro arribo de las cruces y las espadas.

Wednesday, July 13, 2011

TEXTICULUS ILUMINATUS

obertura

¥


las gaviotas se mecen en su tiempo; anteceden las nubes y su aguacero,,
reina un sahumerio de humedad,, relámpago y horquilla,,
una ráfaga de aire hace danzar la piel de los arboles,,
viento suave y,, aún,, digno de mejores arbustos y follajes,,
cabelleras que en ilusa somnolencia sacuden sus vidas anteriores,,
yo como siempre,, descifrando el presagio y simbolismo causal
de todo cuanto acontece,, bordado en filigrana de vida todas las cosas,,
reflexiono en lo que escribo y deseo escribir,, de los poemas que abren camino
pero se pierden en el intento o se extravían en cualquier ocaso,,
me digo,, en esa meditación mitad herrumbre mitad vuelo,,
epigénesis divina,, de la contradicción para despeñar todos los tiempos,,
dualidad- chispa que hace saltar los instantes,, luz futura que arremete
destilando sangre y destellos,,
entre bruma,, velos y eclosiones de raro infinito,, las sombras,,
velan su sino y devenir,, sacrosanta comunión de eternidades,,
donde llegan a parir gentiles galaxias,, células de Dios,,
me digo que existen los poemas cobardes,, los que pudiendo ver su infinito
se pierden en una catarsis existencial del tercer grado,,
se desvanecen en el aire cuando simulan una simulación poética,,
aquella que atempera,, vanamente,, el motivo del dolor que sufre la carcajada,,
en cambio los texticulus iluminatus salvan del moho,, de la herrumbre y el naufragio,,
son el soplo divino,, que no tiene nada que ver con Dios,, palabras que dan contenido,,
al reflejo que nos devuelve como latigazo el espejo,,
son esos senderos apetitosos que conducen a paraísos inexplorados
de nuestra consciencia y,, por supuesto,, nuestra inconsciencia,,
cabaña habitada por los antepasados de nuestros pecados,, mendrugos de sombras
que al contacto de la hoguera se vuelen incandescencia,, luz fortuita,,
una tolvanera ataviada de grises arranca la cascara inservible de los árboles
custodios de la bahía,, una parvada de pájaros dibuja en el aire la formula
de la tormenta que se avecina,, aguas grises de grises perlas,, embarrado de cenizas
al horizonte derrotado en su primera línea,,
las aguas son el símbolo causal y existencial de mi reflexión poética,,
en tanto los barruntos de tormenta iluminan su vientre,,
avanzan inexorables con paso de lluvia,, en formación guerrera,, sobre Nueva Albión,,
me digo de los textos que salvan,, de los posan su mano santa sobre la herida y la sanan,,
esos que develan el motivo oculto en las ocurrencias de Dios,,
esos que remiendan con luz los capítulos extraviados tanto en la Biblia como el Corán,,
esos que llevan dentro de su carne la sangre nutriente de infinito y su primavera,,
palabra que es flama ardiendo y sin consumirse alumbra las oquedades,,
Ω

me digo con un nudo en la garganta,,
del paréntesis entre dos segundos,,
reflexiono en las volteretas de la rosa de los vientos,,
la que se embriaga en direcciones,, atajos y espejismos lanzados por la borda,,
como trapecio a ambos lados de esta tormenta que muchos llaman frontera,,
cuerda floja en los mástiles del tiempo,,
me digo de los capítulos sin el punto y aparte,,
de todo lo que he dicho sin decir,,

sin atreverme a danzar desnudo entre las olas del mar,,
poseso de un ronroneo de gato antes de la caricia,,
me digo de mis cobardías,, de ocultar la mano al momento de una despedida,,
bandoleón a la deriva del espejismo que se aleja,,

y me envuelvo de silencios los más leales y sinceros,,
los que repiten como eco el canto de la muerte,,
los que habitan sobre los andamios del mediodía,,
los que cargan en el morral,, prenda suya,, un instante de fugacidad,,
me digo de lo mucho que malgasto el milagro que guía,,
rejunto peniques,, adarmes,, cuando algunas plumas de ángeles
remueven el polvo de mi entre duermevela,,
cuando releo esos cuentos míos y sus congojas,,
los eucaliptos danzan al soplido de un aire vagabundo y quisquilloso,,
dicen de sus avatares amarrados a un manojo de cascabeles,,
me digo que no hay decires,,
que a las alcurnias se les mancha el cuello de la memoria,,
me digo,, con la pregunta que ulula entre una melodía añeja,,
de la causa y el motivo de su enorme peso,,
cuando la tormenta asoma su rostro sobre el horizonte,,
y el cielo que tizna de aguaceros en reposo,,
me digo de mis pasos y una sombra salta de la rama más cercana,,
me grita con un murmullo de avellanas,,
dice de mis mentiras y falsos dolores
que enmascaran otras mascaradas,,
clava su dedo enclenque en mi pecho,,

caigo envuelto como consecuencia en un vapor opalino
que me hace soñar que sueño
lo que redimo en esta crujiente y mal parida realidad
jaula de estas palabras,,
β


nítidamente escucho el canto de la luna
traspuesto el zaguán del vetusto olvido,,
baja desde el risco al valle
rebozo de una santa María trasparente
dibuja caracolitos de tenue luz,,
su canto es fulgor expandiéndose de puntitas sobre el monte,,
sembrados con quietud y corazón florido,,
arrobadas las flores en este valle kumeay,,
en un canto murmullo sobre la piel del monte,,
ofrecen en sacrificio,, las flores,, su virginidad de diosas
sonríen desde sus capullos,, en bautizo de perfumes,,
me dejo envolver en su melodía de fuego,,
fulgor opalino que en sinfonía cósmica
se despeña del cielo,,
abro la puerta del silencio padre,,
para que entre la aurora con su penitencia de sombra,,
vierta los vinos que fermenta la noche
en los alambiques en tiempo de cedro,,
embalsamo un instante y lo vuelvo fetiche
para el siguiente encuentro,,
donde puedo pensar sintiendo,, desde la poesía,,
sintiendo sin pensar el canto que me inlumina,,
φ

¿Cómo cargar el peso de la lluvia sobre el alma
y agrandar los pasos entre los charcos que salpican las hendiduras,,
para que los goznes que mueven el polvo de mis huesos,,
vean con cuidado el reflejo de un relámpago en los riachuelos,,
los campos empotrados por la causalidad de las traslaciones,,
de esas elípticas con vocación de gitanas,,
para que vean con la ceguera de una centella el latigazo,,
o quizás hasta pudiera decirse,, de una manera ramplona y cínica,,
“los cielos no tenían porque haberse caído de esa manera”
y dejar que los vendavales arrastren su cortejo de mantilla fúnebre,,
su sequito de escamas y andrajos malolientes,,
el humus gelatinoso de la abulia,, de los pasos en desbandada,,
eso que tiñe con el sabor ocre la melancolía,,
y que la abuela metió en salmuera,,
o lo que se carga en la calandria por el malecón de una Habana que no es nueva ni es vieja,,
que no es salvo una ola que se corona en un instante de espuma,,
o las ruinas,, que decir,, de esas epopeyas que cargan las nubes
llorosas para que todo se llore en medio del aguacero,,
de las ramas,, de los charcos que se desbordan y les brotan raíces de agua,,
para que penetran la tierra y se renueven en un futuro vapor divino,,
el estruendo de la noche al contacto de las cuatro lluvias,,
la percusión en el tejado nocturnal y todo lo que no sabe callar,,
calla
y aprende a callar,,
al golpe de las astillas de agua clavándose en la tierra
despierta un aroma a remanso,,
ilusión óptica de los no pocos destellos que deambulan
en esta noche sin sereno,,
acaso destilando una gota de lluvia,, la más sensual,, para aclimatar
el delirio a la negrura de los nubarrones
entre un himno barroco de ternura,,
y uno sin saberlo
sin darse cuenta empapado de saudade
entre las hondonadas que abandonan sus espigas y mazorcas,,
y los valles a sus nogales y los cipreses,, los sicomoros y los palos de naranjas en flor,,
a la vuelta de su destino
entre un canto de luna extraviada
su delirio,, siempre a doce horas de una terca distancia?
φ

nuevamente me interno en el mismo laberinto,,
al tintineo de una escala cromática
que busca su ojo de agua,,
busco a ciegas en el camino que no tiene regreso,,
olisqueo la madriguera que antiguos gambusinos
abandonaron por el mismo motivo,,
voy tanteando el consejo del camino,,
repito,, no el milagro de peses ni del vino,,
el malabarismo de los instantes,,
la noche se engalana de silencio,,
un silencio muy otro,, orondo,, punzante,,,,
entonces juego a que me atrapan las circunstancias,,
descodifico el lenguaje de los faroles,,

la luz de la noche pasa sigilosa entre los eucaliptos,,
me devela un tiempo sin horas,,
tiempo que deshila la fugacidad
cubre el rostro de lo eterno,,
lo infinitamente mutable y fortuito,,
entonces se caen las paredes que sostienen al mundo,,

la muerte me pregunta al oído
por el inventario,, por las falsas indulgencias debidas,,
por las ganas vencidas y el dolor comprado a rajatabla,,
entonces apago todos los silencios
para escuchar un verso de luz apenas insinuado,,
entreabro las persianas de mi sueño
y me asomo al vergel del primer chorro de vacuidad
y me sonrío para mis adentros
y camino y oteo a mi alrededor,, y,,
las texturas de las sombras,, las distancias,,
los alabastros,, aquel daguerrotipo y sus historias de la revolución mexicana,,
anoto direcciones,, nombres imaginarios,,
soy cómplice de mi linterna de mano,,
entonces los adoquines detienen la marcha de las hormigas,,
las estrellas conjuran en destellos su veredicto,,
el amanecer se retrasa en tanto colecto algunas palabras tiernas,,
me digo que es hora de escribir un poema que emerja del laberinto,,
cuando las siete lunas canten a capela un in memorian a Billie Holiday,,
que diga de extravíos y distancias,,
difuminadas por el peso del horizonte,,
un poema que hable de la dialéctica labrada en espirales,,
en su recorrido por un mar de calendarios,,
un poema nocturno y humedecido por los absurdos del tiempo,,
las tragedias que nos atosigan,, tal y como lo escribieran los mayas
en el retablo de los tiempos,,
y,, como dijera,, el rey salomón,,
“todo ocurre dejando de ocurrir”,, así de sencillo,,
solo entonces el poema se escribe a sí mismo,,
es noche y laberinto,, presagio y anatema,,
es palabra sacrificada en la piedra de lo ignoto,, donde nace el silencio,,
con canto de luna y sonrojo de dunas en el desierto,,
es un poema que se escribe con la tinta de la noche
en el dulce vértigo de la lluvia,,
humedecida en ternura,, hasta que el laberinto y yo
nos extraviamos en un camino con rostro a deja vu,,
que se aleja,,
π
mi laberinto es follaje pleno, concéntrico,, bulliciosa calma
que cala hondo y sirve a los dioses de la desventura,,
mi laberinto se recorre a ciegas
para que los pigmentos del perfume nocturnal
se embadurnen en los trajines del deseo,,
ese que nunca viajó en tranvía,,
mi laberinto se recorre a sí mismo,,
como los caracoles al llamado de la caracola,,
de salto en salto encuentra la eucaristía nocturna
los pasos a desnivel
el silbido sordo de la alondra,,
mi laberinto se enjuaga con agua bendita
antes de beber del manantial de tu vientre,,
juega a la rayuela,, lee a keats,,
se encierra en sí mismo
y escribe una oda marina a la locura,,
se anega de atajos y saltos cuantitativos y dubitativos,,
se obsesiona con los portales y los andenes,,
es maría bonita canción,, sin ni bártulos para el camino,,
eco de un organillero en el recuerdo,,
mi laberinto me acompaña de a ratos,,
especialmente cuando se celebra el ceremonial de los cristales rotos
y modesto escribe un poema trepado en el tejado
cobijado con la luna,,
mi laberinto solo yo lo camino para reanimar la abulia
al canto de los alcoholes
y el vértigo del hartazgo disfrazado de atajo,,
lo que en verdad disfrutamos yo y mi laberinto
es andar de andariegos,, extraviados
en algún camino desconocido,, andado y sin recorrer,,

Epílogo sin final

después del año venidero,,
vendrán las ausencias
al clamor de un canto desconocido,,
azules,, casi aniquiladas al peso del tiempo,,
después dirán los oráculos sobre los preámbulos del viaje,,
sostendrán la ofrenda a la sangre divina,,
hilvanada a las enaguas de las nubes,,
(casi en un estar casi sostenido casi vivo)
al fin de los delirios y derosas y deazares
desterremos lo que nos mata de morir matados,,
para alumbrar el vértigo del cuarzo,,
(seremos casi viento,, casi un ligero pasar en disimulo)
diremos que todo fue un circo de locura,, cristal y obsidiana,,
sacrificio al dios del relámpago,, aquel que atiza la fragua
y con todos los infiernos afila la espada,,
(de llanto y abandono será el camino a la locura sin cura)

con el diáfano discurrir de una melodía dibujada con vapor de agua
daremos brillo al imposible,,
para que contemple de frente la tersura del ensueño: lo digno,,
lo único que nos salva del desastre,, de los ríos de sangre,,
lo que se ignora y enciende hasta el final de los finales,,
callejón oscuro tantas veces repetido,,
en el encierro de los sarcasmos y la pantomima,,
(con el silencio más pulcro y colosal diremos un amén impronunciable)

armaremos con trocitos de sueños,, los más desvaídos en su chispa eterna,,
un portal donde descanse el viento y las golondrinas amortigüen el viaje,,
donde los vaivenes de la aurora canten a dúo
lo que muere en mil destellos ante el ocaso,,

apuremos el viaje en la desvencijada carreta de los páramos,,
camino que nos lleva por ruta siempre recordada en el olvido,,
afelpando la noche al vuelo de los cocuyos,,
oremos
para que salte de entre los matorrales y chamizos,,
que pueblan la noche sin noche,,
el designio triunfal,,
al final,,
todo será como estaba previsto en el nefasto sueño de dios,,
explosión,, canto cósmico cuando muera nuestra flama,,
al final,,

Thursday, June 2, 2011

Octubre Trobador de Luna

I

En el mismo ritual de siempre, o casi siempre, donde se me da ese pedacito de cielo;
por donde veo el resto del mundo; con mi nuevo compañero, tan parecido a Brujo. Modisqueando esa otra parte juguetona de su entorno, o sea todo.

Es Octubre, cuando la luna se vuelve hechicera y entrampa todos los caminos a una misma distancia. Mes que marchita ocremente el final del calendario.

Es Octubre el Trovador del desenlace; mercurio próximo a develar la incógnita Diosa.
Varias ideas rondan la cabeza, como pájaros azules en los árboles al atardecer.
Las hojas de un verde violento, dibujan entre sus ramas y entre sus sombras: cíclopes, formulas geométricas de desconocido propósito, Aluxes, serpientes y escaleras en un juego inamovible a nuestros ojos. Escudriño los instantes desmoronarse como fina lluvia de tiempo. Empapa mi cuerpo con diáfana humedad, para que revientan en flores mis palabras (No quiero decir bellas o sutiles, autodidactas y pomposas). Palabras que como hojas, después de brillar en verdes, un extraño almidón las adormece volviéndolas odas ingravidas, posesas de ternura.

II

En este recital de instantes y vocales disconexas; con la cuerda del reloj casi desafinada de Fa a Sol mayor, la nota del canto cósmico.
Lleno de sandeces el crucigrama de azules, jijantáforas, claveles y ositos de peluche.
Garabatos que atestiguan como la línea del horizonte se afina con extraña saudade, que como ritmo sincopado, adelgaza hasta diluir todas las consonantes, para ser un solo espejismo en las olas y crestas y espumas de las olas. “Todos los mares el Mar” diría Julio, el duende que cuida el atrio del relámpago; el Julio de barba marinera y mirada de trigo tierno. El que vuelve cada medio día marcar con su saxo desafinado el preludio de la sorpresa. Mago eterno en el ilusionismo de los girasoles jugando a las escondidas con las giralunas volatizando todos los acentos que caben en la palabra”vuelve”.
De donde no regresa, o ironía, porque no ha partido. “…naranja dulce, limón perdido dame un cuento o lo adivino”.

III

Octubre, el viejo, florece ya hace 41 años; el joven da el primer paso.

IV

Los cantos benedictinos de los pájaros hilvanan con fugacidad la manta azul que nos envuelve. Una extraña y soporífera sensación de eternidad se disfraza de instante.
Se despeña del cielo hasta mi tasa de café para endulzarlo apenas ligeramente.
V

Las magulladuras de alma.
Los raspones en las rodillas.

El sangrado de mis palabras.
El juego de los cardenales.

Son el vía crucis de un sólo verso.

VI

En el mismo ritual; vetusto Deja Vu en el buche de café, en el bordoneo de las moscas acechantes, en el rugido salvaje del silencio, llamando a todas las flores al concilio del perfume. Aquí, en el conjuro de los vértices y el zodiaco. En la danza de las amatistas congregadas en la fisura madre, trato de dilucidar los destellos saltarines en las hojas.
Diamantina sinfónica envuelta en papel estraza. Argamasa de instantes para hornearlos a fuego lento y convertirlos en palabras; palabras frágiles, errantes vendavales que guían la dialéctica que mira con disimulo al mundo. Ritual que vibra al rasgueo gitano de la única cuerda del mundo: la cuerda del ecuador. Rito que engarza los contrastes a los bemoles y las ausencias.
En el mismo ritual, como el centeno de la profecía, vuelvo a dibujar meticulosa y pacientemente un punto y aparte
tan parecido al rostro de la muerte.