Monday, November 30, 2009

Hebras de lo abstracto

Me gusta más que identificación: la persecución y percusión.
Más lo formal y volátil
que lo etéreo del asunto, compás que el tiempo versa
en un Fa sostenido menor.
Por eso me gusta pintar
la onda que una roca hiere al agua que salta
al salpicar su ombligo acuoso.
Por eso me gusta musicalizar
las caprichosas caras de la ternura,
la tersa piel de la melancolía.

Me gusta que al llamado de algún dolor
sea fuego del petate y el color turquesa.
Que el ensamble de la locura
el que los instantes reclaman en recompensa,
sea ventilado en el lienzo con nota grave y pincel.

Me gusta que los duendes se escondan entre los contrastes
de los oleos y derramen aguamiel con el beso de tres amantes.

Me gusta que el color de un precario viaje náutico
endose el adeudo a las cristalinas aguas de la intuición.
Me gusta descascarar de los rojos las chispas escondidas,
los rojos demonios que atizan con sus tridentes
el salitre de delirios y vanidades de los hombres.

Me gusta lo abstracto de las marejadas de los púrpuras;
las escamas del horizonte azul en el carromato de Neptuno.
Las sombras que se descalzan
y corretean tras esas formas almidonadas de la claridad.

Así en esa bala pongo el ojo
para calcar lo que se asusta en papel carbón.
Picando la cresta a la bahía que se difumina
salpicando reflejos y guerreros celestiales.
Justo de ahí tomo los elixires
para revitalizar el empeño, en la cacería de sombras microscópicas,
las que se inoculan en el torso desnudo
de una Venus en blue jeans.

Con la manos encuadro siempre la aparte abstracta
de la espera;
de eso que nunca vendrá.
De eso que alimenta la paciencia de Penélope que por tejer otro cielo
ya olvidó el regreso de Ulises.
Tomo fotografías, arranco la corteza blanca de lo árboles
y escribo en ellos unos poemas
que el olvido repite de memoria.
Que después de incinerarlos un sentimiento de inmortalidad
chasquea el alma,
como las pequeñas olas que mueven sus sonajas de espuma.

Me identifico con las nubes y remolinos en el desierto,
con la oblicua forma de los nidos y la mirada triste de un perro.
Tomo nota de los percances, de la incandescencia de una nota alta
cuyo motivo es maquillar la aurora y esclavizarla al horizonte.

Me gusta la romanza gitana del cosmos,
con sus bules repletos de estrellas;
que nacen y mueren como células en la piel de Dios.

Me gusta el sueño y como dice Manu Chao:
“me gustas tú.
Me gustas la noche
me gustas tú..
Me gusta colombiana
me gustas tú.”
Y como digo yo:
Me gusta la caracola
de la que habla Mallarmé
Me gusta Santa Maria de Sierra Mártir,
aunque no estés tú.

Wednesday, November 11, 2009

La inlunación de Octubre. Acrilico de Waldo

Octubre, jazz y más de los qunientos

Uno de mis músicos favoritos, sin duda Pharaoah Sanders, difícil decisión en un extenso y globalizado entramado de estilos, formas, momentos históricos y diversidad de culturas. Más sin embargo éste músico, quizás por su intrínseca espiritualidad, al igual que Alice Coltrane, Salif Feita, Sun Ra, John McClaughin, y Sor Juana Inés de la Cruz (ella escribió en su momento uno de los ensayos más doctos sobre el tema) han abrevado del mismo charquito, cuya humedad es el alma de Dios.

Pharaoah Sanders es un músico Californiano, que a pesar de haber nacido en Little Rock, Arkansas sus primeros pininos musicales los dio en Oakland California, cercas de San Francisco, tierra de holanes alrededor de una bahía, la cual, estoy seguro, untó en su alma el color predilecto del embrujo.

Sin duda uno de los pocos maestros que aún hacen travesuras con el silencio. Uno de esos pocos que tienden puentes colgantes sobre la bahía de la historia; y son en el mismo instante: presente, pretérito y futuro; un sólo amasijo de notas brillantes saltando de la marmita del mago de lo eterno.

El moverse a New York, a principios de los sesentas, significó el colaborar con una serie de músicos que habrían de ser parte del movimiento del avant-garde, el cual era representado por Sun Ra, Cecil Taylor y Albert Ayler. A mediados de los sesentas Pharaoah Sanders se integró a la banda de John Coltrane, donde las influencias fueron y vinieron dando como consecuencia algunas de las obras maestras del jazz contemporáneo como”Meditations”.

En la década de los setentas colabora con una banda de nombre: Jazz Compose’s Orchestra Assosiation, donde participaban Cecil Taylor, Don Cherry, Larry Coryell y Gato Barbieri, todos orquestados por Carla Bley y Micheal Mantler. Además se seguir en la búsqueda de su propia identidad espiritual, la cual ya se empezaba a develarse desde las páginas del Corán.

Esa búsqueda lo llevó a Marruecos, donde junto con el Gnawa (shamán ecléctico entre Xangó y el Islam) Mahumo Guinia, abría de grabar “El trance de los siete Colores”, el cual es un importante rescate antropológico de una práctica al borde de la extinción, dado el fundamentalismo que afecta el Norte de África. Obra que, por otra parte, me sirvió como tema poético al adentrarme a éste ceremonial cromático.

Del primer trance (Blanco)

De Mali y Guinea los primeros en la travesía
para dar negrura a los arenales, para oscurecer
al aliento y los oasis de Marruecos.
Donde nace la flor negra del fuego.

Gnawas herederos del hechizo, voz de los primeros,
los que interpretan el lenguaje del fuego,
al espíritu que vive dentro de la selva
y escucha lo que dice la luna
cuando baja a su aldea a beber agua de su río.
Gnawa, el eslabón del trance,
arranca un frenesí que se cuida desde que nace
en la piel del tambor.
Que siempre, por consejo de la serpiente, se deben de tocar en par.



Pharaoah Sandres me comunica ese delgado artilugio que emana de fuente divina. No importa que ese concepto fenomenológico encuentre cauces en una religión monoteísta. La santidad no es propiedad de ningún grupo acético o espiritual, es el resultado de una afinación muy especial entre el presente y lo eterno.

El Maleen, el que cuida el tambor multicolor,
el que vela el sueño de su pueblo desde un rincón en la montaña,
pide consejo a Sidi Jilali la diosa del blanco.
Para empezar a girar de nuevo la rueda
en su engranaje universal.

Lento empieza el revolotear de dedos sobre el cuero de cabra
de los Gongas, como repiqueteo de hojas sobre el viento,
de los Sahala, apenas audibles, para no ahuyentar a las sombras
que como guerreras rondan la oscuridad del arenal.
Lentamente se abren los sentidos.
Las brazas aúllan al ritmo que se descalzan,
apenas audibles como las gotas de rocío saltando
desde las copas de los árboles a la vastedad.


Con la música de Karma, grabado en 1969 por Pharaoah Sanders, escribo lo que Octubre me recuerda, y también tiene que ver con la música y la literatura. En 1992 se cumplían los 500 años del supuesto descubrimiento de América y todo en torno desprendía una sensación de tristeza, más no podía precisar si hería el pecho o el alma. El caso es que un árbol en San Diego California me dictó, ese año, unos textos, los cuales fueron organizados bajo el nombre de “Canto Negro, batucada en cinco movimientos”. En ese trabajo traté de rescatar los diversos ritmos y ceremoniales que el fenómeno de la conquista trajo como corolario inevitable, como el negocio de la esclavitud, tan socorrido en el viejo, ahora en el nuevo mundo.

CANTO NEGRO

Primer Movimiento

Tres cicatrices de espuma quedaron marcadas
en el costado de la historia.
Abrieron compuerta, rompieron celosía.
No se comprendieron a tiempo las trampas del espejo, las cuentas,
la pólvora, el caballo y la armadura.
Crucifijos para despostillarlos en la espalda
de nuestros ancestros.
Látigo para mostrar la buenaventura
del pan y del vino.
Tres cicatrices sobre un mar desconocido,
acechado de monstruos.
Tras del límite germinaron los eclipses;
descendieron las sombras con los utensilios de guerra,
signos y escudos dibujados con fuego invisible.
Conquista de un nuevo horizonte.
Tres arañazos de un fuego fatuo
atestiguarían la arquitectura del desenlace;
marca indeleble al nuevo despertar
súbito, sudoroso.
Los remos y la quilla, la cañonera y el timón
aguardaban su tiempo.
El acontecimiento ya se desmoronaba del cielo.
Ya el canto de lo inescrutable acataba dictamen
antecedía la marcha de las cruces y las espadas.
El edicto de la sentencia acumuló gritos y espasmos
aún después de la muerte.
Ardió la espera equivocada, el vaticinio de los dioses.
También los labios de Xochitzel se volvieron alas de fuego
para no caer en manos del enemigo.
Esta visión mía, constancia del susurro del viento,
tenue ráfaga que desprenden los labios de Xochitzel cuando duermo,
para reventar al día siguiente
en rosas negras y flores de canela.
Porque la pena no fue solo nuestra, también llegó de otras tierras.
Transpuesto el horizonte la Santa pintada de niña
tiñó de rojo la causalidad de la conquista.
El veredicto llegó como tropel de tambores en el viento,
a distintas latitudes y puertos,
antes de la aurora, antes del desembarco.
Pues el canto aquel que abría de florecer en tierra extraña
llegó con partitura de grilletes.


De nuevo Octubre retumba en las hojas del calendario, la arena de los relojes continua cayendo, coincidiendo con la sexta profecía de los mayas.
De la música de Pharaoah Sanders saltan las flautas construidas, paradoja del avatar en la causalidad, por un compa Vikingo: Jim Frensh, el cual vive en Del Mar, a menos de una hora de aquí. Entonces todo se interconecta Octubre y el Jazz, el rito y el fuego en el ceremonial que el tiempo dispuso para beneplácito de las estrellas. Coltrane toma su parte y regresa a la nube que le corresponde; Tijuana está gris y Octubre se abre como una granada con sus corazoncitos de rubíes; entonces todo está cercas, en la intersección donde los dioses se dan cita para beber la cicuta de la luz.

Canto Bantú en New Orleans


New Orleans la de muchos amantes,
la que se desgrana en noches tintineantes
y aguijonea, aún más, la tristeza del abuelo.
New Orleans marchas triunfal con la música Prusiana,
por dentro el aliento moro, por la España que te compró.
De un bregar y botín la presa, hasta que un Bonaparte
te integró a París.
No serían muchos los años
la rueda del destierro había girado. Nada huía del hálito de las nubes.
Todo se reducía al acatamiento de la tristeza.
Canto entre pedernales escarlatas de luces sordas, espesas.
Danzantes de fuego
en la pupila del vaticinio augurado
por el poder omnicente del Dios de la noche.
Alquimia musical; nota filosofal desde el África exuberante,
verde-negro al rojo de las llamas del desencuentro.
Idilio sopesado en el ansia;
en la alucinación voluptuosa de hablar con la muerte; de ser y no ser
en la explosión continua de los instantes.
Todos los ingredientes necesarios:
lamento yoruba y strip tease de Marsella
tambores y brillo de zafiro de Costa de Marfil.
Todo en la ocurrencia de Xangó para burlar
la inquietante pena de no poder separarse de la noche.
Trampa del horizonte para amarrar tantos mares
al muelle donde inquilla la distancia.
New Orleans llaga negra, supurando desconcierto de fuego;
elixir con sangre Bantú de un sagrado antepasado.
Noches de ajetreo en torno a la hoguera.
Storeville tendida a un lado del mar.
New Orleans de tus putas doradas, rizos y guiños
para desbordar la locura con botellas de whisky y ron,
besos, puñales de dulzura para rasgar los poros de una negrita
gentiles al contacto del brillo de la luna.
Conquista musical del mundo cuyo origen
se encuentra en el vientre de un burdel, para saquear,
exprimir al tiempo y con sus esencias construir andamios
para trepar y contemplar las formas sensuales de la eternidad.
New Orleans la de tus negros ensuciando los lirios y crisantemas,
fornicando con una pena de tetas de mulata,
y en menos de dos siglos
parir la formula para conjurar los vaticinios de la tierra: El Jazz.


Es Octubre y la madeja se continua deshilando. “La Granja” de los Tigres del Norte ni molestia a los que se reparten el botín. Es Octubre y la luna tocó de nuevo a mi ventana; de puntitas llegó para no enturbiar mis sombras con su luz, respetando mí sueño donde, en un ritual de fuego y oscuridades, ya había llegado a mí.
Sólo un poco más de dos y se cae de nuevo la última pagina del calendario. Y seguimos aguando la fiesta, seguimos balcanizando la única puerta de escape. Es Octubre el mes que posee el más exquisito medallón de luz; luna, de entre todas las lunas, la más sensual, la más traviesa, la más inocente y perspicaz.

Quinto Movimiento.
Misa de Eternidad
canto a un final imposible


El mismo cielo
el mismo repiqueteo del mar
y sus jeroglíficos de espuma dibujándose en las rocas
"todo tan diferentemente igual"
como el vuelo de las gaviotas
y su graznido que se escabulle
en el horizonte perpetuamente azul.
Hay certeza de la llegada
del arribo de nuevas circunstancias
cirqueros y vedetrices entre la niebla.
Instantes eternizados por el amor inacabado, imposible
de la luna con el sol
del sol con la luna.
Este suspiro que nosotros llamamos siglos
y es el amor a la distancia
vuelto día, vuelto noche.
Cada etnia con su rito y sus flores, pintura y tambores,
para quemar el canto en la invocación de los equinoccios.
Danza con frenesí y antorchas.
Esta batucada del alma es el ruido interno de las moléculas,
el burbujeo de las aguas termales de la nada.
Si los siglos se tornan amarillos
por el corrosivo impacto del imposible,
este canto tiznado con el satín que viste la noche
se vuelve eterno
y recorre con ansia loca el destello de los astro-dioses-soles
que nosOtros llamamos estrellas.
A vuelo el tañido de las campanas de aire,
aventura jubilosa del río
que el canto no es propio,
Es el gozo inescrutable de nuestro planeta azul.
Es la ofrenda de nuestro mundo a su creencia,
es el canto negro una reverberación
que recorre el encanto de los ecos
a través de un relicario de primaveras.
Algarabía de la sangre que golpea los tambores, invoca
al presagio, y recorre en círculos al universo,
para que regrese al mismo punto de partida y ser nuevamente
visión de Acotirene,
para desplomarse en la caía sin fin del cielo.

Wednesday, October 7, 2009

MANIFIESTO DE LA PAZ


Pacifistas del mundo uníos.





Un fantasma recorre, además de Europa, los seis continentes: El fantasma de la paz y la no violencia. Todas las fuerzas de Europa y Estados Unidos, emporios de la fabricación de armas, se unen en santo silencio. Los que han hecho de la guerra y el exterminio un negocio en cualquiera de sus formas: reconstrucción y apoderamiento de las zonas energéticas del planeta. Los radicales de la violencia y los polizontes del negocio del exterminio.

¿Qué marcha se ha asemejado a esta que en la diversidad teje sobre nuestra historia su sino y suerte? ¿Qué persona consciente no se suma a esta marcha que por sí sola se enciende en el quinqué del mediodía; en esa flama que es la versión del siglo XXI “El Himno de la Alegría” de Beethoven, el “I had a Dream” de Martin Luther King, o “el Respeto al Derecho Ajeno es la Paz” de Benito Juárez, el “Imagine” del John Lenon, o “Un mundo donde quepamos todos”, de nuestros hermanos indígenas zapatistas; rejuntado entre todos puñitos de almas buenas, esas que construyen con sueños, desde hace mucho tiempo, un camino que nos lleve a otro sitio y no al de la guerra.

De este hecho los tiempos hacen un rezo y un compromiso. Que la Paz se desmorona entre un futuro y un mañana que no se puede soslayar. Que son muchas las afrentas en todos los rincones del planeta. Que ya es hora que ese lado bueno y que habita en el olvido, sea como el Lázaro que se levanta y camina con una nueva nueva a los muchos caminos y sus lunas. Que la violencia, esa que la usura codifica y vuelve mercancía y carcome además de los huesos, al alma y el futuro de nuestra especie, esa violencia que cancela las opciones de vida a los hijos que marchan atracito de nosotros, castrando el milagro más grande a muchas galaxias a la redonda: la vida consciente sobre este hermoso y errante planeta azul.

Con este fin, pacifistas, ambientalistas, defensores de derechos humanos, científicos, artistas, estudiantes, obreros, amas de casa y esa diversidad que abre su abanico más allá de los seis horizontes, se vuelcan de alma entera a entonar, con lo mejor del espíritu, un compromiso, un canto que vuele como ave de fuego, una esperanza de estandarte, como diría Benedetti, de mil colores enarbolando esa gran familia hijos todos de la madre Naturaleza.

La historia en todas las sociedades hasta nuestros días ha sido la violencia y el acaparamiento de los recursos no renovables. Hombres libres y colonizados, consorcios y carteles, opresores y oprimidos se han enfrentado en una violencia que ha evolucionado, en una expansiva crueldad a niveles insostenibles, entre el desdén y una apatía enfermiza, entre una indiferencia a la justicia, a la democracia, a la paz. Hemos vuelto este planeta un ring mundial donde no hay ganadores ni perdedores, donde los recursos escasean día a día, donde se fabrican guerras de a mentiras con muertos y destrucciones verdaderas, donde se ha perdido el respeto a otros moradores de este planeta, donde el ecocidio nos vuelve a todos habitantes de un gran limbo social, sin salida, donde la intolerancia religiosa y política y sexual y ambiental y de genero y laboral, y de todo y todo y con todos por todos, ha creado un vetusto y herrumbroso futuro.

Todo se contamina y los que lo provocan desvían la mirada; el agua, aire y tierra se colapsan, otras especies desaparecen, los glaciares se derriten como helado en romería, otros seres exterminan a otros hombres, niños y ancianos, solo por ser diferentes y estar parados sobre tierra con alguna mercancía: petróleo, zinc, oro, plata, alimentos etcétera. Únicamente se ha sustituido viejas clases, de violencia y opresión, por otras más refinadas tecnológicamente. Ha continuado la misma barbarie corregida y aumentada por el devenir de la ciencia, misma que ha significado una eficaz herramienta para sojuzgar, y no, liberar otros seres humanos en un desierto de diferencias y contradicciones.

Nuestra época, la época de la unipolaridad, de la globalización, se ha distinguido por su rapacidad y desdén a la justicia, la paz y el derecho a la vida, a existir con los mismos beneficios y garantías a la que todos tenemos derecho. Toda sociedad va dividiéndose, cada vez más, entre los depredadores del futuro y los que consciente y decididamente enarbolan la defensa de la vida ante la catástrofe.

La marcha Mundial por la Paz y la no Violencia empezó en Nueva Zelanda un cabalístico 2 de Octubre, representando la actividad pacifista más impactante, de que se tenga memoria. A pesar de la falta de espacios, pues la paz no significa ganancia para los magnates de la destrucción, no tiene, para ellos, garantía o plusvalía, no aumenta caudales en los paraísos fiscales, ni está escrito en el margen de su agenda de intereses; más sin embargo, este movimiento ha venido creciendo como una gigantesca bola de nieve que nos arrastra en una alegría que borbotea más allá de los siete mares y sus seis continentes, contra viento, silencio y marea. Esta marcha por la Paz y la no Violencia nos enseña que somos más de los que imaginábamos ser; un mar de sustancia salubre que quita el moho a la indiferencia, a la apatía y nos hace ver a trevez de esa ventana que tan bien encuadra al futuro, que no estamos tan aislados ni somos tan pocos como pretenden hacernos creer; que esta marcha es un espejo para ver muchos hombres y mujeres y niños y ancianos en esa gran capirotada de nuestra humanidad, reflejados como seres que apuestan al optimismo, a le evolución del espíritu; a un mundo mejor y más respetuoso de todas las formas y manifestaciones del milagro, el más grande milagro, de todos los tiempos anteriores y futuros: La vida y la conservación de nuestro planeta.

¡,,Viva la paz y la alegría,,!

¡No a la violencia y no a la destrucción de nuestros congéneres y su templo mayor: nuestra tierra que de lejos se ve azul y viste con nubes su bella desnudez.

¡Viva la vida!

Thursday, October 1, 2009

Las noches de Cristal; ejercicio comparativo


…esos hombres y mujeres que nunca tendrán que pedir amparo
contra el olvido porque ya son, ellos, lo mejor de la memoria
futura de México.
José Saramago


Como un mero ejercicio comparativo; se pueden observar los diferentes corredores geográficos que utiliza y disputa el narcotráfico en casi todo el territorio nacional. Se puede observar a simple vista la diversidad de problemas sociales que aquejan, como herencia maldita, casi la totalidad del país. Problemas añejos como el alcoholismo, analfabetismo, violencia extra familiar, drogadicción, desempleo, salud publica, entre otros. En esta madeja los problemas interactúan en un proceso dinámico acentuando la problemática social y estirando la contradicción de clases. Los grupos más vulnerables económica y culturalmente es donde se manifiesta con más nitidez esta problemática.

La prensa nacional hace un inacabado y cotidiano recuento de la actividad del crimen organizado, la guerra que el estado mexicano libra en contra del narcotráfico, amén del constante enfrentamiento ínter delictivo, por el control de espacios geográficos, corredores hacia el mercado final y su consecuente utilidad. Se puede señalar en un mapa de la republica mexicana los lugares donde incide con mayor fuerza este problema. Casi todo. La pobreza y falta de oportunidades son catalizadores en la actividad delictiva. La contracción económica que se vive de manera global y específicamente en el centro neurálgico del gran capital repercute inevitablemente y con mayor fuerza en las zonas y comunidades más marginales de nuestra sociedad.

El gobierno mexicano de extracción Panista, urgido del reconocimiento y credibilidad implementó una tardía y desarticulada ofensiva en contra del crimen organizado, mismo que ya había roto el equilibrio, habiéndose apoderado estos de diversos espacios geográficos, además de corrompido e infiltrado la maquinaria misma del estado. Esta ofensiva militar ha buscado, en río revuelto, desarticular y reprimir, como arma de dos filos la evidente inconformidad y movilizaciones sociales ante una falta de respuesta clara y sensata de la clase política mexicana en general.
La rampante corrupción instalada oficialmente por los beneficiarios de la revolución mexicana a principios del siglo veinte, se ha convertido en una saga cuyo vértice ha sido la traición y el asesinato. El cinismo y corrupción con la que estos seres maquiavélicos manejan a su antojo los hilos del acontecer y devenir del País, ha generado un inevitable deterioro entre la correlación de fuerzas entre la delincuencia organizada y el Estado. La guerra que este orquestó es sin duda para tratar de recuperar espacios vitales, además de airear la herida que la corrupción ha inoculado en todas las instancias de la estructura social (Empezando por la ilegitimidad de un gobierno Panista cuyo único propósito ha sido le genuflexión y la entrega de recursos al gran capital).


¿De chicha o de limón?


Una de las características utilizadas por los gobiernos del PAN y de PRI ha sido el de la simulación. Simulan que se trabajan por México y su gente, que se le educa, que se le brinda justicia, que el desempleo se abate, que las crisis son parte de la literatura fantástica, que aquí no pasa nada, que el humanismo es la piedra filosofal del magisterio y demás instituciones culturales y de salud, que se apoya a los grupos vulnerables y que el malestar e inconformidad social son cosas del pasado o simplemente “estamos en eso”. Pero basta un simple vistazo objetivo, fuera de los segmentos noticiosos y manipuladores del duopolio televisivo, para percibir un Estado con evidentes fisuras y su consecuente mimetismo sin maquillaje (El punto álgido: el paraíso de foxilandia), cuya única congruencia ha sido la represión a gentes y grupos que han cuestionado o exigido lo que como ciudadanos merecen, que se han quitado la venda de los ojos y claman justicia y eso llamado libertad.

En tanto en todo el territorio nacional se vive y sobrevive en el vaivén del sobresalto, en el menor de los casos, y atestigua el desmoronamiento de un Estado que ha perdido rumbo y credibilidad, en las comunidades zapatistas, autónomas y en rebeldía de los altos de Chiapas, se mantiene el único bastión libre de esta problemática. En estas intrincadas, bellas y de difícil acceso zonas de los altos de Chiapas, se mantiene un control y organización, en base a sus formas de autogestión, a la que difícilmente estarían dispuestos a renunciar después de los logros alcanzados en quince años en resistencia.

Chiapas Foto: Waldo Lopez

La dignidad zapatista


Las comunidades zapatistas han utilizado las herramientas políticas más eficaces para crecer y construir su autonomía, tales como: la autogestión, el mandar obedeciendo, el respeto a las diferencias y la dignidad, la verdadera dignidad, la más primera, la más cercana al rugido del jaguar, al vuelo del águila, a la mano amiga y la esperanza. Temas sin duda difíciles de comprender por nuestra asfixiada clase política, cuyo entramado se sustenta en la máxima: “un político pobre es un pobre político”, y donde la dignidad y justicia son solo artículos semánticos que rondan el discurso electorero. ¿Cómo entender que haya gentes inmunes a los dineros, prebendas y escaparates de poder? Las comunidades zapatistas en resistencia, como las raíces de la Ceiba, han sorbido de las aguas de su propia grandeza ancestral, para sobrevivir en más de quinientos años de asedio y destrucción. El férreo control que se tiene en cuanto al consumo de drogas y bebidas alcohólicas en las zonas de influencia zapatista, ha generando con ello una sensible baja en la violencia familiar y, principalmente, han evitado caer en la espiral de confrontación que aqueja al resto del país. Sin duda se puede afirmar que la única violencia que se padece en las comunidades zapatistas, es la que ejercen los grupos paramilitares en una sistemática agresión, velada y de baja intensidad. En tanto en todo el territorio nacional se disputan, los antes mencionados corredores de poder y trasiego de droga, en las comunidades autónomas zapatistas se ha logrado mantener estos territorios como una excepción ante este flagelo. ¿Qué otras zonas, y no solo de México sino de nuestro continente latinoamericano, pueden decir que se encuentran libres de alcoholismo, prostitución y drogadicción? Mientras en muchas ciudades, especialmente en Ciudad Juárez, el fenómeno del femenicidio aumenta día a día con al menos la indiferencia de las autoridades ante estas muertes. En las zonas zapatistas la mujer ha logrado conquistar una serie de espacios, incluida la Comandancia Clandestina Revolucionaria Indígena, el más alto nivel dentro de la estructura zapatista, con la complacencia y apoyo de la población masculina.
Dentro de las comunidades zapatistas la incorporación de las mujeres a ese nuevo esquema ha sido fundamental, donde lo importante no es el hombre o la mujer, sino el ser colectivo, verdaderamente integrado a su entorno y a su colectividad, hermanado a la madre tierra y a su historia. Un ser cuya orientación fundamental está en la creación y no en la destrucción. Un ser que en primer lugar es el nosotros y no el yo. En las comunidades zapatistas no se roban las urnas, no se maquillan las cifras y no existen las cuentas secretas. En las comunidades en rebeldía toda tarea es vital e importante (salud, cultura, organización comunitaria, preservación de las zonas arqueológicas, las cooperativas en sus diversas acepciones, el cuidado y preservación de sus bosques y su fauna, etc.). Su fuerza radica en que se crece colectivamente. El agandalle político y económico no tiene cabida en las juntas de buen gobierno, en sus Caracoles, organismos reguladores de estas comunidades, inmunes a la corrupción, rotativas e impregnadas con un sentimiento de servicio desinteresado, es más fuerte que el impulso de nuestra clase política por enriquecerse. ¿Se pueden imaginar un lugar donde el soborno no tiene cabida? En las comunidades zapatistas no existe el desencanto, existe el encanto, existe la magia de su propia cultura, sus jóvenes promotores de salud, su educación, cuya principal orientación está en el humanismo y la dialéctica y, sobre todo, donde la palabra se redime y recobra su poder antológico y universal. Aquí la palabra redime el canto de los dioses. Aquí se vive otra alegría y se percibe otra esperanza. Aquí la algarabía de los niños y niñas, representa otra generación de seres más libres y más concientes, prueba insoslayable de esa grandeza, en equilibrio con la madre y el todo, para germinar, como ya lo anticipaba la profecía del jaguar, entramada entre astros. Germinando en los más pequeños, los más olvidados, los más primeros: los guardianes de la dignidad.

Monday, September 21, 2009

La montaña sagrada del Cuchumá

Inventariando la sopa de letras


El 2 de Agosto de 2008, subí mi primer texto al taller de literatura de periódico Milenio
y, como escribiría a Modesto algunas semanas después “ Caí en una ventanita donde moraba un ser mitad aluxe y mitad otra ventana en la ventana; No para mirar a los exteriores muy diversos y coloridos, sino para asomarse a los interiores. Quizás debería decir interior. Venía de un tiempo corroído por las termitas. De un paréntesis de silencio cuyo segundo símbolo no cerraba su espacio. Pero… Por otra parte ¿Qué escritor o aprendiz de escritor no ha sentido al menos una vez en la vida, como ese caminar dormido a través de un valle poblado de ánimas que aquejan la vigilia en algunos de nosotros? ¿Será? Al menos en algunos parajes de la vida el silencio ha hecho de las suyas; ha rellenado con fechas pospuestas y el síndrome de la inspiración como condicionante para el recolectar palabras en el camino del ensueño. Pues seguramente es ahí donde nacen; entre esos abismos luminosos de plenitud; cuyos aires como constancia divina sostienen el vuelo del colibrí o el jolgorio de los pájaros.
Yo venía de un territorio bastante espinoso. Había perdido el gusto; ese que el niño siente al aventar su avioncito de papel a un cielo más lejano que el que lo arropa en ese instante. Los enredos afrodisíacos cuando pierden control son como esos caballos briosos, salvajes corriendo sin rumbo, solo por la osadía de ser manada bajo el impulso del instinto bajo la luna. Había corrido bastante a ambos lados de la frontera y el desatino fortuito escamoteaba las letras como a cuentagotas. Las palabras, esos pequeños seres que viven acomodaditos, como bultitos en relieve visto el papel horizontal, me habían acompañado desde antes que aparecieran mis recuerdos. Esos diminutos juguetes se habían apoderado de mí calendarios atrás.
Durante mucho tiempo la alacena de nuestra primera casa en Tecate, también en la avenida Revolución, había lucido una vajilla de plástico azul. Misma que había obtenido como premio de un concurso de poesía relativo a la madre cuando tenía seis años de edad. Aún recuerdo, como un trozo de celuloide desfasado entre el audio y la acción, el momento en que me hicieron repetir el poema, del cual aún recuerdo, con una especie de culpa y dolor ontogenético. Sus palabras no llenaban un haiku. En más de diez ocasiones me hicieron repetirlo hasta que el locutor de la XEKT Juan Miranda me levantó y me puso frente al micrófono. Esta vez me aseguré gritando a todo pulmón mi poema.

En el umbral de la adolescencia escribía poesías vinculados con mi vanguardista adhesión a esa causa que representa el, aparente, sentido común de la obviedad pueblerina: La religión. Leía capítulos de la Biblia y utilizaba esos mismos parajes conduciéndolos a otras situaciones y circunstancias, sentado bajo un pirúl, cuyos ramajes eran mi escondite favorito. Escribía a partir de que terminaba mi lectura, entonces dejaba que esos mismos personajes actuaran otro guión. Escribía eso que mi poca imaginación o con mi incapacidad de traducir fielmente dichas escenas a palabras.
El párroco de la iglesia, un joven y recién egresado del seminario de algún lugar lejano, porque para Tecate, en ese tiempo todo estaba lejano, incluyendo la radio y la televisión, traía un rumor tras de sí. Mismo que nunca fue desmentido por él ni por nadie de su estado mayor. Se rumoreaba que en ciertas noches declamaba poesía a su pez en su acuario y a un gato que miraba insistentes espíritus a su alrededor. Procuré acercarme a él para mostrarle mis textos literarios. Ignorando en esos días lo que significaba “textos” y “literarios”. Las mías eran poesías. De las mejores a muchas galaxias a la redonda. Después de vencer mi taciturna timidez y solicitarle cinco minutos para mostrarle mi cuaderno Scribe de dibujo “las nuevas versiones de Jesús luchando a brazo partido para liberar a su pueblo del injusto imperio Romano”. Quizás hasta leyó eso de que las sanciones de Jesús eran sólo eso sanciones y no milagros. Lo mismo que lograríamos todos simplemente al escuchar lo que dice nuestro reflejo desde el charco con atención. Reflexiono y vuelvo al rostro serio y silente del joven recién egresado del seminario el cual hojeaba en silencio las hojas de mi cuaderno Scribe garabateado de poesías.
-Creo que debes acercarte más a la lectura. –Dijo el joven recién egresado seminarista.
-Para que tengas algunos consejos de otros poetas. Se levantó y con una mano dijo casi como quién da una orden: “espérame aquí”. La sotana negra se desvaneció y apareció minutos después con un libro frente a ella.
-Aquí podrás encontrar muchas preguntas pero también, lo que es aún mejor, muchas preguntas. -Dijo el joven seminarista recién egresado del seminario y, lo había recién notado, de ojos color café. Leí el nombre del libro “Antología de la poesía Mexicana”. Hasta años más tarde repararía en los autores de esta obra. Cosa que todo mundo, creo, actualmente conoce. De este libro brincaron los primeros poetas que conocí: Amado Nervo, Manuel Acuña, Luís G Urbina, Francisco Rojas, y muchas paginas con nombres y fechas, con diversos estilos y formas y temas y cielos. Había tanto de que hablar además de esas versiones Bíblicas cuyas aventuras solían leerse sólo entre líneas. Percibí como escribían acomodando las terminaciones en cada renglón para que sonora más sonoro. Ignoraba que se les llamaba versos. Algunas veces hacían modificaciones en las terminaciones combinando el primer y el cuarto renglón, dejando que el segundo y tercero jugaran a su vez con una terminación diferente. En otras el primero y el tercer renglón eran iguales así como el segundo y el cuarto. Y otras que logré poco a poco ir descifrando. Tiempo después me enteré de la contabilidad silábica en esos renglones alineados por Dios. Contaba con los dedos, y casi me salían las sumas contra las restas. Entonces empecé a reescribir mis pasajes bíblicos, los mismos que habían provocado el silencio del joven seminarista de los ojos cafés, a un casi nuevo ordenamiento del primer movimiento cristiano de la antigüedad. Aún en las catacumbas de la clandestinidad. ¡Claro! que no había escrito sobre esto, pero las oportunidades que nos ofrece la literatura son infinitas, así que bien podemos dar por hecho que esto fue lo que inquietó al recién egresado seminarista de los ojos cafés. Pues la libertad de la escritura va de la mano con la infinitud; hasta podría decirse, parafraseando a los filósofos mecánicos; ¿Qué es primero lo infinito o la escritura?

Algunos años después, en secundaría y preparatoria, el profesor Benjamín Chávez nos habría de dar las clases de literatura hispanoamericana y universal. Ya en ese entonces existía en Tecate el monopolio de las letras y los carteles de Biología y Matemáticas. A la distancia veo con agrado que la secundaria Francisco I Madero haya esparcido las aguas bautismales al nombre de Benjamín Chávez a su biblioteca. En ese tiempo me costaba contar con los dedos las silabas y verificar terminaciones. La era psicodélica llegaba como un eco brincando la línea internacional. En la constricción geográfica de Tecate
la música delimitaba su cartografía natural. La televisión nos había mostrado, además de ese primer show de los Beatles sobre los nuevos territorios a recolonizar, Woodsotck y la irrupción del Led Zeppelin; las luces negras y ese misticismo adolescente decorado con los dedos simulando una V. Vietnam, un 2 de octubre en la consciencia y la palabra Tlatelolco brillando antes del sacrificio posmodernista. Aún con todo esto invariablemente Tecate amanecía con sus calles barridas y sus jardines llamando a las abejas a libar. Su montaña el Cuchumá, al Oeste, custodiaba los cuatro puntos cardinales y esculpía paciente todos sus crepúsculos. No existía otra realidad sino la que se desmoronaba frente a nosotros, con su futuro cargado de bondades y precipicios a cuestas. El profe Benjamín Chávez me atraía, pero a la vez tenía algo de aterrorizante. Apretaba la mandíbula al caminar, siempre de impecable traje en tres piezas, y sus ojos destellaban tras sus gafas de aumento. No sé que personaje representaba o si él era el creador del personaje que lo impulsaba de súbito a cometer verdaderos alucines en el salón de clases.
Recuerdo, por ejemplo, su típica reacción al escuchar alguna respuesta, de esas tan geniales que podrían sin duda pasar a la inmortalidad. Teníamos un compañero al cual apodábamos Lomonosov, por las características que lo hacían similar a éste matemático ruso, en el terreno de lo delirante, poseía el record imbatible de provocar que el profe Benja se azotara literalmente en el suelo. Se quedaba en silencio para atemperar esos latigazos de espeluznante sabiduría con que nuestro compañero Lomonosov lo fustigaba. Aquí debo decir que nunca robé ningún libro de la primera biblioteca que ayudamos a construir. Tiempo después en esas borracheras de coloquios y encuentros literarios, algunos se vanagloriaban, con un vaso de tequila en la mano, de ser los responsables de dichos hurtos “Yo me robé cuatro” aceptaba el lobito “y les di buena utilidad”. Saltaban al ruedo diversas cantidades de libros en ese confesionario etílico embarrado de la música de Jonny Mitchell. Yo no tenía nada que decir; sentía pena confesar que yo nunca me robé ninguno, pero si había leído El Quijote y Robinson Crusoe. En esas tertulias era como sobreentenderse que para ser buen escritor había que tener algunas crucecitas como las calaveras en los aviones de combate. Por esos días aún contaba silabas y preparaba las terminaciones con palabras terminadas en ción, ades, adas, or, er, do y re. Todo lo que escribía pareciera ser un solo poema al que corregía obsesiva e infinitamente.

Ya en la universidad otros libros y otras causas y otros tiempos delimitaban el trasiego de mis poesías con el cotorreo en la avenida Revolución donde escuchaba los requinteos del Diablo y no es una metáfora. Palomeaba en el Mike’s y el Aloha. Empezaba sus rolas improvisando y sonreía de todos esos infelices mortales que miraban desde lejos el cielo.
En otro lugar del planeta, en San Francisco California, otro músico, Jerry García, interpretaba las escalas y sus múltiples interpretaciones astrológicas que el Diablo, desde Tijuana aventaba a las estrellas. Es por esta razón y no otra que decían que Jerry García tenía pacto con el demonio, siguiendo la leyenda del Crossroads en el Mississippi. La verdad es que en la Revu realmente tocaba el Diablo.

Tiempo después, una mano femenina me regaló el libro de Rayuela de Julio Cortázar. Primero padecí el desconcierto, pues había olvidado leer sin contabilizar silabas en cada renglón. Pareciera que en cada párrafo me extraviara. A la primera de cambio esta lectura me enviaba a la rolita Whole Lotta of love del Led Zeppelín, años más tarde sabría del Willy Dixon y su autoría. Cosas…
Una vez que logré bajar los acantilados y sumergirme en las aguas Cortázianas, con el soplo divino bajo mis pasos, logré serenar la volatilidad de mis ideas y dejarme conducir literalmente a otra dimensión. Descubriría, todavía incrédulo, que Cortázar no silabeaba en cada renglón, que inventaba otras rutas de escape a la imaginación, a la fantasía. Utilizando todos los medios a su alcance, desde Copérnico hasta Louis Armstrong. Cortázar me daba con la regla sobre la mano para ayudarme a liberar mi manía metafísica a contabilizar y administrar las silabas y terminaciones. Encontré en la literatura de Julio un trasfondo súbito e inesperado. Pareciera que el texto adquiría el efecto no sólo de la 3D, sino el de la develación. En alguna parte de sus textos, había aprendido a hacerlo, se encontraba una llave que lograba abrir nuevas dimensiones dentro del mismo relato. Entonces, ya con la llave en la mano, abría otras gavetas en el mismo texto, y dejabas de ser tú, más bien seguías siendo tú pero la perspectiva de acechar el relato era diferente. Era como si pudieras caminar dentro de su narrativa, interactuando con los prodigios y personajes de su literatura fantástica.

Los años posteriores a Saturday Night Fever fueron para la Revolución devastadores. Muchas bandas se quedaron sin trabajo. El rock como estilo de vida y actitud contestataria de toda una generación de adolescentes en contra de esa opiácea manipulación del stablishmente en torno suyo, llegaba a su fin.

El Diablo desapareció de la avenida Revolución.

La influencia de John Travolta y su dedo al cielo, ese mundo construido con pedacitos de espejos que amortizaban un despertar en múltiples reflejos, dejaba abierta una puerta que muchos no lograr cruzar de regreso. La revolución sexual en Tijuas.

Aún incrédulo del marasmo consumista en que se encontraba el mundo musical, empecé a interesarme por el Jazz; lo que obvió y terminó por alejarme, de una vez y para siempre, de mi obsesiva tendencia por las silabas y sus terminaciones. A la vez que esto acontecía Tijuana empezaba a manifestarse a mis ojos entre velos de bruma y prodigiosas caricias nocturnas. Empezaba su metamorfosis frente a mis ojos; emergía de su flor de loto como una mujer marina y sensual. Empezó a manifestarse cada vez más persistente. Sus pócimas y desvelos harían el trabajo restante. Se materializaba cada vez más en mis textos, pero ya no utilizaba la cinta métrica, la cual solo pendía de mi cinturón, como cicatriz de mis antiguas obsesiones silábicas. Ahora; con la libertad de ir y venir al reino de la transparencia. Con la libertad de conjurar del tiempo la misma divinidad, trayendo de esos parajes pedazos de evidencia celestial.
El Jazz había pinchado la burbuja de mi abstencionismo a la libertad, de ese miedo a la libertad del que habla Erich Fromm. Pronto el Arcade de San Diego surtiría de discos mis alacenas, a buen precio y verdaderas joyas. Como ese tiro de tres barandas que dan en la
roja después de una vuelta al mundo en tres historias.

Luego vendrían tiempos buenos, algunos regulares, tiempos de crisis sobre la frontera, tiempos que se alejaban y recobraban el aliento solo para evidenciar que su hálito no pertenecía a éste tiempo. Pero como decía al inicio, hay algunos abismos inesperados en las calles, o sobre las paredes, los cuales nos llevan como números quánticos a otras realidades u otros dolores. Así fue como encontré ese agujero en forma de ventanita en el periódico Milenio, después de una larga y azarosa sequía. Ahí aguardaba paciente el duende de las ventanas, para que vislumbrara otro tipo de luz. Una luz que emergía como Diosa entre las aguas de otro mar. Ahí encontré, encontramos seguramente diría Modesto, haciendo gala de su nombre, un motivo, un aliento, una palmada de amigo a invitarme a brincar la rayuela, dibujada con cal y en honor de eso llamado, para bien o para mal, azar.

Después vendría un punto y aparte y con él un nuevo abordaje; ahora sí definitivamente
curado del síndrome del silabismo en SA (silábicos anónimos).

Tuesday, September 1, 2009

Promotores de salud zapatistas y su bendición

Los Promotores de salud zapatistas

La mañana del 23 de abril de 2009, llegaban promotores de salud de todos los cuatro puntos cardinales, de los cinco caracoles y otras áreas de influencia zapatista. San Cristóbal de las Casas se quebraba esa mañana en sus propios reflejos y se volvía armar como lo ha hecho desde siglos, en menos de un instante. Los aromas de selva cercana y sus retazos de leyenda, con un cafecito mañanero; empujado con ambas manos y mirando con agradecimiento al cielo, parte del rito compartido, aparente silencio delineando sus ojos, casi siempre de un negro grisáceo de hace los tiempos.
Con el sigilo del jaguar fueron llegando compañeros de Chenaló, Pohlo, la Guarucha, Oventik, la caracola madre ante la humanidad y otras. Con la discreción obvia de quién sabe bien eso de las confianzas que matan gatos. Con el vuelo nocturno del murciélago habían llegado ocultos en la noche unos, los otros, los que no importa que obstáculos encontraran en su camino llegarían con una sonrisa, como diciendo “la lluvia no me empapó”. Algunos habían pernoctado bajo cualquier quicio, cualquier recoveco de Ceiba o palo de mulato. en diversas casas de la ciudad o en otros sitios de apoyo zapatista., otros de más lejos con sus propios medios, continuarían llegando.

En esa red solidaria tejida por muchos de los de abajo, aunque suene a Azuela es Caracola, adherida a esa movilización (cuyo reloj marca distinto de la hora oficial) llamada La Otra Campaña, a la cual es un honor pertenecer. Es una capirotada de vida. Una marmita que reboza con todas nuestras diferencias, las que nos hacen tan similares; conglomerado de diversidades, de seres que aún creen que es posible reparar los sueños y el curso de la historia. En ese experimento de nuestra natura, donde todo puede desgastarse menos la mano y la mirada franca. Donde todos caben con sus poquitos pero siempre con el excedente para “el compartir compartiendo”.

Son promotores de los servicios de salud y sanidad zapatista. Promotores voluntarios, muchos jóvenes, encargados de las áreas hospitalarias y salud en las comunidades autónomas y en resistencia. Jóvenes formados, algunos nacidos, en las comunidades rebeldes zapatistas. Son los encargados de brindar a las comunidades autónomas y en resistencia los servicios de salud y medicina comunitaria. Responden al llamado de recibir información veraz en torno al virus AH1N1 y cómo afrontar coordinadamente este nuevo reto.

La ONG Doctores del Mundo, es la encargada de coordinar la sección. Exponen con la mayor evidencia disponible el cuadro real de la influenza, así como las suspicacias generadas en torno a su objetiva presencia. La veracidad o mentira del AH1N1, primero llamada influenza porcina y luego humana, tendría que enfrentarse como si fuera verdad. Se tendrá que trabajar arduamente, pero al mismo tiempo evitar las comunidades caer en el miedo y la confusión.
Primeramente deberían prepararse. Utilizar las redes que interconectan todas las comunidades y bases de apoyo zapatistas. Se tendría además, que continuar trabajando sin descuidar las otras áreas en las comunidades en rebeldía. Cabe mencionar que estas zonas carecen de los sofisticados medios de la Mass Media oficial, pero se intercomunican con los mecanismos y estructuras de la autogestión. Las juntas de Buen Gobierno y los consejos autónomos funcionan como una especie de fuerza centrifuga, generadora de la presión requerida para su efectiva operatividad, efectividad y credibilidad.

Día de fiesta; una nueva clínica para la mujer.

Estos promotores de salud del sistema hospitalario zapatista, poseen cualidades que los diferencian grandemente de muchos de los trabajadores del sistema de salud oficialista.
Mientras a los primeros los mueve el desinterés económico y el humanismo, su adhesión incondicional a su comunidad y a su proyecto. En muchos de los segundos, solo ven la enfermedad y a los enfermos como mercancías de uso y abuso. En los Promotores de Salud zapatistas existe un sentimiento muy otro, la sustancia de la dignidad: el saberse de pasadita por el silencio y por la luz, tan bien poquita. Sentirse parte de un bordado que empezaron los más antiguos y continuaron los abuelos y ellos legaron a los demás. Ser un nudo más en esa red que busca atrapar en el mar lo imposible. Sin más que lo menos necesario para el viaje, no sin antes dejar parte del alma para el vuelo de los demás. Con esa perspectiva para equilibrar al horizonte con el mañana. Con la cuerda del arco tensada con el soplo de la muerte, para no temerle, para ser parejos en la caminata, que no es tan larga como parece y, para experimentar ese escalofrió luminoso que brinca en el alma, cuando se da algo, aunque sea una sonrisa o un trago de pozol.

El escepticismo levantado en torno a la influenza no debería ser sinónimo de indiferencia.
Argumentan los Doctores del mundo. Pero de cualquier manera se tendrá que enfrentar éste nuevo reto con la diligencia como si fuera verdad. No existen espacios para bajar la guardia. Se tendrá que poner en funcionamiento una nueva y compleja labor de información y captación de voluntarios para enfrentar esta enfermedad. Dado que ya existen los canales para bajar o subir información en las diversas zonas autónomas y en rebeldía. Se enfrentará este fenómeno mediante la participación y observación de todas las comunidades. Javier, el coordinador de los promotores de salud informa, primero en Tzotzil, luego en Castellano que se compró un refrigerador para mantener en buen estado las vacunas y una máquina de ultrasonido, lo que para empezar es un gran mucho.
Se establecen coordenadas, tareas por plantear, implementar y evaluar. Los promotores de salud desperdigarán su palabra para activar el plan de alerta zapatista ante un nuevo e invisible adversario. La estructura autónoma e insurgente deberá moverse con la agilidad del río, y observar, como el águila desde el cielo, cualquier eventualidad. Con la encomienda de reproducir la información y estrategia para enfrentar éste real o imaginario mal.

Hasta hace dos semanas no había habido ninguna novedad.

Saturday, August 29, 2009

El Tristumbre del Ceremonial; arte pétreo de un rato de Waldo

El Tristumbre del Ceremonial

Uno


Frente al Este.
Donde se desgrana el primer chorro de luz.
Invoco lo que ignoro.
La sustancia nodriza, la tinta roja del calamar.
(Telarañas por donde trepa sigiloso el sol)
En un extremo de la cruz,
la que ata en primaveras sus maderos a otro tiempo,
dibujo con una pequeña flama la tapa del sarcófago celestial,
los enmohecidos clavos que atraviesan su piel.
Desempolvo los retablos de mí entender, rústica manera de decir:

“Es que así lo habían predispuesto
las sombras que vomitaba la lámpara de kerosén”.

Penetro a un limbo de enigmáticos descalabros.
Con charangos y mandolinas arpegiados por ángeles
con mirada de yadró.
Constancia ante el olvido, en un abrir y cerrar de ojos,
encendiendo la rutilancia de esdrújulas y cuervos,
de los espejismos saltarines en bahía Concepción.
Punto equidistante entre el desierto y sus flores.
Donde los ocres y las pinturas rupestres atestiguan
la palabra sabida antes del verbo;
la que arde entre azules casi cielo, la que anima a pizcar piñones
siguiendo la ruta del arroyuelo
sus profecías , recolectando guijarros para las flechas.
En el guaje un trozo de fugacidad.

Con un buche de café
rayoneo las nubes en blanco, con el lenguaje de las arenas,
para que las distancias sean benévolas
y se levanten como Lazaros en el camino.
De mi morral saco lo inimaginable:
garabatos con títulos de poemas, tréboles de cinco hojas,
melodías del desierto, la flauta sagrada de los Kucapá,
la complicidad de un coyote con la luna.

Cuestión de rituales.
Como dejar que el viento acuda cuando lo invoco silbando.
Para compartir trocitos de soledades.
Para airear esos versículos impronunciables
al conjuro de la rumorosas y su laguna salada,
sus mezquites, y cachorras; una historia
y civilización convertidas en rocas.


Entre un barullo de sahuaros,
de rocas grafiteadas por el tiempo,
la cueva del diablito Kumeay,
invoca una antigua melodía del viento
en equinoccio.
Me remojo la cara con su luminosidad sonora;
en la penitencia matutina de las biznagas,
vallecitos y escafandras.
En la colisión en la sierra madre occidental
con el cielo.
Ya será otra noche cuando se descodifique
el lenguaje nocturnal de las cocuyos
orquestado en un fluir melódico,
sideral.
Ya anoté con sumo cuidado cada acorde,
cada ráfaga de aire que hace sonar el clavicordio
matutino.

Con los brazos abiertos me declaro
culpable.
Prófugo de los abismos y cómplice de las cañadas.
Con maíces tiernos para no extraviar el camino
de las cenizas aguas de la nimiedad.
Para aceitar las aldabas y bisagras del antiguo portón
de sombras
en el telar cósmico de naguales y espejismos.

De frente a mi delirio.
Con sentimientos de amanecida acepto el nuevo reto.
Mi pecho se abre a los últimos dardos luminosos
que lanza la estrella de la mañana,
reventando en palabras, balbuceos y resequedades.

La mañana se desnuda de azules entre la bruma.
Al Oeste el mar oculto tras las lomas.
Aguarda paciente que la claridad se zambulla en el horizonte
para chapotear de estrellas
entre las sombras aún por parir.

Será de cierto: Una danza del eterno eternum alrededor de la hoguera;
bajo una oscuridad troquelada con chispas de mezquites.

II

En torno.
Los fulgores hilvanan en punto y cruz la noche.
Mi silueta, en la ventana, se desvanece entre un extraño vapor
de penachos y lanzas y escudos y palmeras de luz.
Mapa de la vía Láctea,
donde se agrandan o achican las estrellas.
según los arpegios púrpuras de mis ojos.

La busqueda,,

III

La mañana sube por el cielo.
Camina entre el caserío de las lomas;
sabe de los encuentros a mitad del camino.
Llega hasta mi punto de enclave,
no mi sitio de poder.
Cosquillea mi nostálgica memoria
para reivindicar una abulia que rara vez
se enternece.
Trata de tensar mi indiferencia
haciéndome creer que soy un gigante
habitante en una línea de mi mano.
Inventariando con pulcritud los indultos
que la vida me ofrece.
Interpreto los gabazos del magro café.
La figura enclenque de mi cuerpo
se estira entre diminutas explosiones.
Humedades polimorfas que al soplo divino
se interpretan con los ojos vacuos de mi no estar.

La gran travesía

IV

Los objetos de barro,
que he coleccionado de otras tierras,
endurecen su cotidiano cocimiento de tiempo.
Su redención y viaje sin regreso.
La shakira adorna el sudor de esas manos.
De Huicholes y Tarahumaras el centro de mi cruz.
Arrabal en el desierto y barrancas que disertan sobre la eternidad.
Sahumerios que el tiempo esparce en la tierra caliza del arenal.

Tótem y fugacidad,,

V

Como en el puntillado.
Cada grumo es una célula dibujada en el contorno de la sombra;
es una partícula de tiempo encadenada al silencio,
mejor dicho, al crepúsculo.
Una palabra, un verso, un poema, un catalogo de sinsabores,
un sabor agridulce, como la azúcar amarga son,
después de las estridencias, una pequeña lucecita
en una cabaña en el lejano valle de las sombras.
Cabaña habitada por agreste ermitaño que diseca y cuelga
en las paredes de madera pedazos de atardeceres.
Sabe el lenguaje de las sombras.
Sabe que su nacimiento colorea el cielo antes de la última palabra.
Todos los atardeceres, sin importar sus refulgentes coloridos,
con o sin canto de los pájaros, auguran siempre una noche.
Condición vitalicia para encender en el cielo las estrellas.

Él colecciona atardeceres
de modo que cuando anochece no utiliza veladoras.
Su cabaña se ilumina con mil luces prodigiosas,
de diversos crepúsculos y capullos.
Unos vueltos jirones con el brillo escarlata manchando el naranja.
Otros con raspones avioletados, o con los moretones
del crepúsculo ante el golpe de lo eterno.
Los hay púrpuras difuminándose en cadencias del rito Bantú.
Algunos nostálgicos con el color pardo de la despedida.
Lluviosos, de abstractos páramos decorados en concha nácar.
Desérticos y acechantes, con barruntos de tempestades.
Todos ardiendo en un solo vitral.

Con la punta de obsidiana abro el reino de los sueños.
Para ver cuando los ramajes de la noche
abran su alma y robar un trozo de fuego padre
y alimentar la siguiente aurora.

Cuando desea dormir
el ermitaño sopla tres veces al cielo raso de madera.
Un viento suave acaricia la tersa piel de los ocasos.
Y el enjambre de atardeceres se empieza a extinguir
entre múltiples silencios de colores.

Afuera, en telar kumeay, la noche hila con estambre de luna la oscuridad.

Thursday, March 26, 2009

Reflaxión del instante

Las reflaxiones del fuego

Quiero levantarme de entre los muertos,
volátil como bruma que disfraza la luna,
en los valles de lo innombrable.
Resonando en el eco de una disonancia del arpa de Alice Coltrane.

“El dulce ensueño de una atardecida amoratada y con raspones”

Quiero llegar al atrio del fuego;
el de las aguas con sus mares bajo un indescifrable silencio:
voz de cielo.
Arroparme con las alas de la vida, por un instante,
escribir sobre el milagro que rompe sus cadenas.
Una palabra.
La que vuela por los siete cielos y rema de regreso.

Quiero que ella, en la solitud del destierro, se derrame del tintero
como un sueño que soñó ser un sueño
y dibuje lo que se esconde dentro del alma.

DOS


Es posible que todo lo dicho,
como desvelo o reparación de entuertos; todo lo que incineré para beneplácito
de un me vale madre.
Se esconda atracito de una simple palabra.
Es posible.

TRES

El Todo y la Nada
son los padres indiscutibles de los instantes.

CUATRO

El caos del cielo
es la voz de mando del universo.




CINCO

Un Fa sostenido en el piano del Jarret,
despelleja el dulce rubor de la despedida,
brinca de roca en roca, eludiendo el arrobo de unas aguas cristalinas,
compases que se arrullan en bemoles y luchas campales de mariposas.
Una fina lluvia de pequeños adagios,
golpea suave las aguas que conservan su ruta,
como un manojo de cascabeles.
Un Si menor se descuelga desde dentro de un instinto color madriguera.
Fugaz y belicoso como un simple vistazo,
a lo que mueve la vida,
como el vibrante motivo de la floresta arrancado al birimbao.

SEIS

No sabía como empezar este nuevo, acaso poema.
Las ideas huían despatarradas al ser invocadas.
Brujo caminando en círculo.
Algunos perros ladrando entre el caserío de las muchas lomas.
La espera de las palabras
se va creando con el material rugoso de las escamas.
La espera es una enredadera que se entreteje en los instantes.
Cada vez que el estambre se anuda brilla con amargura la impaciencia.

SIETE

De pronto;
un pájaro de pecho colorado llega como llegan las primeras flores de la primavera.
Empieza a silbar
¿Cómo evitarlo si a mi pecho lo atraviesan las flechas de sus notas?
Empieza a dictarme la lección.
Pudiera ser el poema mañanero, la sustancia del día.
De pronto, como si fuera poco el milagro que se derrumba,
una montaña invisible se eleva,
dándole forma a ese cielo embadurnado de nubes.
Llega, quiero creer, su compañera.
Y son dos los cantos que tejen en la claridad de este jueves, con sabor a geometría,
su filigrana de trinos.
Develando entre plumas una orillita del todo.
Entonces no quiero escribir.
Rayoneo el vientre perlatino del papel en turno.
Cuando vuelvo la mirada al cable eléctrico
ya son tres los pájaros de pechos colorados;
versión post-mañanera del cantísimo y misterioso tres.
Frente a mis ojos y mis manos,
mis directrices que, en vez de maquinaria de goznes y poleas viejas,
se mueve aceitadita entre notas olorosamente musicales.
Escucho los motivos de la vida en 3D.
Otros pájaros solo atinan a escuchar.
Brujo mueve las orejas y mira desde el suelo.
Cuando de nuevo vuelvo a cuestionarme
Si es o no el motivo de la vida, la que se me insinúa, como una bailarina de claridades, que salta entre paralelos que hermanan lo infinito a lo finito;
dibujando con los trinos sobre el viento un pentagrama de luz.
No escribo.
Dejo que el vitral de pechos rojos dibuje el significado de la mañana.
Mi gozo lo acaricia el ala de un ángel vagabundo
que también el trino del trío arroba.
No escribo.
Vuela un pájaro.
Se mete en el árbol vecino.
Sus compañeros lo siguen.
Cantan a mi espalda,
donde la luz brota entre los tambores de agua de la mañana.
Los trinos se van alejando.
Solo entonces tomo la pluma, observo a Brujo dormido,
y empiezo a garabatear éste poema.

Monday, January 12, 2009

LAS CUATRO GEOGRAFIAS DE LA UTOPIA

a una golondrina disfrazada de paloma



Remé de orilla a orilla, tácitamente,
algo de mi hermano bullía sigiloso en mis adentros.
Con la quilla abierta entre el ramaje de luces que nos aventaba el sol.
Con lo poco que tengo y lo pequeño que en veces me quita las ganas.
Fui partícula del viento que trae entre sus tesoros
la palabra primera antes del verbo.
Primero el desierto y sus ejércitos de espinas,
dura roca para llamar a la flama matutina.
En vez de luna bullicio de estrellas,
con las sombras leyendo sobre la palma de las oscuridades
lo que se develaba frente a mis ojos sangrando de sorpresa y bermellón.
Con mi buche de silencios tendía un puente hacia el estremecimiento del alma.
Sin nada que delatara mi indiferente procedencia, el atajo de diminutas ideas
que guardo en mi alforja de cuero café.
Respondía al llamado de la caracola.
Tanta insana porquería.
Tanto despojo y resquemor, las tres mejillas rotas.
Tanta tropelía e inocencias rotas;
Acechantes del caos: el precipicio del fin.

El detonante aguerrido, la sangre derramada,
el exterminio como refranero de cada mañana o anochecida
y allá iba…

Foto: Waldo Lopez

Dada mi inclinación al movimiento indigenista, decidí participar en la caravana de solidaridad dentro del primer festival Mundial de la Digna Rabia, convocado por el EZLN (Ejercito Zapatista de liberación Nacional) y de esta forma festejar sus 25 años de su fundación, 15 desde su primera incursión en el espectro social al tomar varias ciudades del estado de Chiapas el primero de Enero de 1994 y, de pasadita tumbarle el ilusorio escaparate comercial a carlos salinas, (las minúsculas son a propósito aunque se enoje la computadora) el mero día de su ascensión internacional. Cansados de la indiferencia y arrogante actitud gubernamental, Artos de tantas injusticia, tanto despojo en un extenso relicario de exterminio y olvido en más de 500 años. Había decidido, un puñado de indígenas mayas, declararle la guerra al Ejercito Nacional Mexicano. La primera gran locura Postmodernita. Los más olvidados, los más lejanos de nuestro inconciente colectivo, los espíritus que habitaban las páginas del chilam balam se materializaban, irrumpían en la palestra social con una determinación a vencer al olvido que chiquito les parecía el estado Mexicano con sus ejércitos y utilerías. Habían apostado a la rueda del tiempo, si no fuese su tiempo, verificarían con el reloj ese otro tiempo, su propio aniquilamiento, un poquito más allá de su muerte. Pero lo inimaginable adquiría cuerpo, la profecía incrustada por obra del espíritu y del cincel se develaba. De todos los meridianos volteaban la mirada, una solidaridad espontánea brotaba en todas direcciones: las barriadas y quintos patios se solidarizaban, los gambucinos de las distintas geografías recogían sus bártulos y se hacían a la mar, los que ya no tenían espacio en el tablero del surrealismo social gritaban conjuros, los desahuciados por el falso equilibrismo neoliberal, encontraban un nuevo motivo de vida y de luz, entre ellos yo.

Un crepúsculo y una rabia. Foto: Waldo Lopez

Dada mi tendencia esteparia a la soledad, he venido colaborando desde mi muy personal trinchera y no por ello fuera de la jugada con lo que mejor creo se me da: esculpir la roca con palabras. De modo que he participado en apoyo al EZLN desde 1994 y actualmente soy adherente a la sexta declaración de la selva lacandona y colaborador eventual con la Otra Tijuana De modo que decidí pasar el año nuevo 2009 en territorio Zapatista: Oventik, Chiapas, territorio autónomo y en rebeldía. En el DF, los tres previos días y en San Cristóbal de las Casas los cuatro posteriores.


Los hijos del maíz,
los que se esconden en el silencio
y hacen de las palabras otro cielo,
son de los que habla la profecía.
Otro espejo
se esconde en el árbol de magnolia,
refracta el contoneo sensual
de la estrella de la mañana;
dice de su sueño
y sopla sobre la selva
una bruma que aconseja a las cañadas.

En el corazón de la utopía. Foto: Waldo Lopez


Diez compas de Baja California pudimos ser cómplices en tiempo y espacio del rugido de la selva al cambio de su piel. Un tiempo remoto se reflejaba juguetón en el río Grijalva, dibujaba en papel amate un nuevo código para descifrar la rabia escondida entre la piel de un jaguar negro y las plumas del quetzal. En Azcapotzalco los últimos días del año. Entre las conferencias, los conciertos; la banda, los de abajo, los de pelo verde y el puño izquierdo en alto. Diversas geografías oteando al sureste, esperaban
la voz de mando para volar a diferente cielo, a diferente primavera, con musgos y ceibas
grafiteando al silencio que ya se quitaba su mascara ancestral; mientras tanto el polvo de una danza posmodernista dibujaba en el cielo azul, sin nubes albureras, el ritmo de otra juventud buscando una salida a la abollada y marginal realidad. El panteón rococó, el palomazo fraterno, las cadencias y el Slam, la banda y su conurbana alegría y su rabia, su digna rabia tan a la altura: sin drogas ni alcohol. Con actitud de guerreros.. Todo el caudal de la creatividad de un pueblo diciendo con poesía, con danza, con Hip Hop Huasteco, con violín Huichol, con batucada del de efe, con solitarios cantautores de la UNAM , de Atenco, de la frontera del imposible, todos afinado a un “Ya Basta”. Con performeros, lisonjeros, artesanos, maestros y maestras de diversas luchas, había ancianos y niños en la guardería infantil zapatista, con juegos, risas y piñatas. Con Películas, documentales, denuncias en dividi. Cada rincón escondía alguna pastorela revolucionaria o un sentimiento de esos que aprietan algún recoveco del alma. Ahí estuviste tú. Recogiendo de las horas altas de la noche diversas añoranzas de algunos tiempos que tan cerquita se ven en la distancia. Un tipo diferente de abuela siempre verde. Dos o tres bandas en diferente escenario simultáneos hacían que la moneda decidiera norte o sur.

Muchos diferentes y un mismo sueño. Foto:Waldo Lopez

Tantos diferentes, y tan comunes, con la tirria metida en la sangre, con de dolor de otros árboles a separarlos de sus raíces. Arribaban al evento como llegaríamos todos a la tierra prometida. Arribaban los titiriteros, CLETA en sus zancos y sus cachorros, los transexuales con conciencia de hermanoas, los que han sido torturados en el potro del tormento, los desterrados, los que exhiben sus heridas y le dan la vuelta a la hoja de ese otro calendario. Todos los excluidos, los incrédulos que señalan con el índice en su libro sagrado el momento de la expiación y la multiplicación de los peces, los señalados y burlados, los que se visten de negro y se perforan la piel, los payasos de Venecia y Tepito, las hermanas desconocidas, los ancianos sabios que sonríen con un reflejo tan parecido al silencio.

Era la hora del primer viento y el gran espíritu lo sabía.

Tuve que ser selectivo, tanto a ver, palpar, sobre todo el escuchar al diferente, al que no refleja en su indumentaria las heridas victoriosas del olvido, el polvo que hermana, el polvo de muchos ancestros, atrapados en el viaje sideral de nuestro planeta azul, codo a codo en la quilla, para romper al viento, para atrapar la lluvia que sobrevive gozosa, para aprender a sonreír cuando el tiempo es muy otro.
Tres días en el de efe para meterlos de lleno a una hoja de papel, con sus desparpajos, con sus lágrimas y cadencias rotas, con su tanto que decir que ya rompían los labios en gélidas madrugadas de soledades y cucuyos circulares. La ciudad más vituperada de México, lejana y pizpireta abría sus alas, recogía con materna somnolencia a muchos otros hijos que vagaban entre otras realidades. Tanta rabia en los pliegues del delirio, entre la incredulidad y petulancia, entre el poder y su propia ruina, abría sus pétalos. Su perfume confundía los caminos errantes, los que no conducen a ninguna parte, saboreando el sabor del viento en noche clara, herida con un puñal de cuarzo para insertarle un pedacito de luna nueva.

Un sueño compartido. Foto Waldo Lopez

Danza. Foto :Waldo lopez


Yo en tanto, absorto, viendo como del viento se nacía lo incierto, lo inesperado, como cuando los caminos se vuelven abruptos y voluptuosos, justo cuando el pelo empieza a cambiar de color y el espejo parece que miente. Así brincó la chispa, que nadie sabe de donde chispeó, directo al centro de la llamarada. De un lugar remoto se nació lo que se canta. Pareciera la danza de las cuatro lunas en vez de seis. Como un nacer en el renacer, haciendo más tersa la cuesta que se avecina con sus barruntos de sin sabores y el pronostico del tiempo con el agridulce ardor de huesos. Ahí mero nació otro tiempo, con sus relatos de gitana y viajera de estrellas, con sus manos para detener el tiempo y esconderlo en un cofrecito donde guarda la foto de una anciana. El viento primero soplo sobre la braza. Acarició su fuego virgen y continuo su travesía con alma de golondrina. Los tiempos dijeron “así son las cosas”. Fui, con el viento primero, pedacito de algo que nace, algo más cercano al ser humano, algo que dice que sí a la vida, que se apuesta lo que resta al sueño de lo que siempre ha estado ahí, guarecido en su silencio, dispuesto a pelear contra las hojas sucias de ese otro calendario de un mundo al revés.


Laberinto para despistar al tirano, se escucha
Luciérnagas para iluminar el camino, izquierdo y sentido
Penas muy otras de diverso linaje,
para colorear un ¿De qué nos tienen que perdonar?
y ahondar en la selva sus hechizos y deidades pétreas.
Mapa verde del cielo, su epopeya
de celestes arpegios,
ruta en el Tam Tam de las hormigas
a la hora cero prometida, la hora del despertar.
Dice la profecía.

Bases de apoyo Zapatistas. Foto: Waldo Lopez

Segunda Geografía y cambio de piel


Dicen los que saben que la tierra antes de ser bonita fue un pegoste de fuegos
sin ton ni son. Tuvo que venir el agua chiquita a pedirles a los tiempos que dejaran para tiempos mejores sus corajes de encorajinarse. Las cosas de cosas que traían algunos vendavales decían la misma cosa: “que los tiempos del tiempo nuevo empezaban a florecer bajo los cenotes”. Pero una cosa rara, de esas que enchinan el alma estremeció bien estremecidamente a las semillas del color, las puso en peligro pues.
Se llamó a consejo. De todos los rumbos y veredas vinieron las voces, las voces que decían, las voces de las cosas buenas, de las que sirven como verdades.
Se dicto un dictamen a la palabra. Todo estuvo resuelto. Si cuido de mi luz alumbro mis pasos y se les da forma a las oscuridades.
El mundo se volteo al revés y los tiempos se despostillaron en un espejo inmune a los instantes.
Dicen los que saben de saber bonito que la palabra se despertó el año cero llena de mañana y aroma de madreselva. Miró abajito de los maizales y dibujo en el aire al primer dios. Entre los dos, el primero dios y la palabra con sus manos entrelazadas crearon el barro para sembrar la semilla primera del maíz. De ahí venimos todos.


LA GEOGRAFIA DEL CUARZO


“¿Existe un derrotero teórico que sirva como explicación lógica de la lógica del zapatismo?
Sin duda el nivel teórico marxista leninista en su naufraga consecuencia ha tenido algo que ver con el movimiento indígena, solo que no ha sido su rector ni su reactor, sino un nuevo capitulo en la espiral infinita del saber, dándole a la ciencia del conocimiento una nueva forma de caminar, ahí incluso donde el espectro indigenista simplemente no existía.
Un elemento nuevo caracteriza la biosfera zapatista y esa es la integración de la multiplicidad de luchas en un solo sueño”. Reflexionaba viendo a través de la ventanilla.
En tanto15 autobuses formaban la caravana al caracol de Oventik de frente ante la humanidad. Los voluntarios del evento, hojeaban, revisaban, cotejaban, nos enfilaban a los autobuses, afables y casi siempre con una sonrisa en el rostro. ¿Los de Ciudad Juárez vienen con los de Chihuahua? Los carteles del festival en el frente de los autobuses y con tinta blanca EZLN y el número correspondiente. Ahí dentro el joven espíritu en forma de bolero y un chofer respondiendo el ataque frontal con el breve espacio de Pablito Milanes. La noche revoloteaba entre el trajín de una ciudad que ya no cabía en si misma. El paisaje de luces y sombras en la ventanilla poco a poco se llenaba de sueño.

Oventik; Municipio en rebeldía. Foto Waldo Lopez

“Sin duda Carlos Marx se hubiere entusiasmado al ver un movimiento tan singular, apartado de los cánones que conforman la estructura teórica del Marxismo y siguiendo un camino que data de los ancestros”. La fraterna bulla, de los que se consideran miembros de una tripulación intergaláctica, empañaba los cristales de las ventanillas, donde, al ritmo de las luces, aparecían y desaparecían rostros fugaces. Reflexionaba en el extraño magnetismo que el neo zapatismo ejerce y nutre a todos nosotros y a una diversidad de organismos y movimientos antisistémicos. Desde movimientos ecologistas hasta movimientos que por su naturaleza ética no encajan en la estructura social del capitalismo como son las trabajadoras sexuales, las que en más de dos ocasiones me dejaron con el ojo cuadrado, al conocer de sus luchas y su organización a nivel nacional y su decisión de adherirse a la otra campaña de los hermanos zapatistas. “Quizás la comuna de Paris”; con su grito de rosas, con su champagne de amplios valles, con su guillotina para destrabar la historia, con todo lo que le sucedería en el marco de las crisis coyunturales en el actual modelo económico elegido para nuestra desdicha, seria su prima hermana en la distancia, solo que aquí, en las comunidades zapatistas diversas comunas se hermanan, creando nuevas rutas, para entretejer en el futuro de los vientos, su destino, y sobre la manta de la noche bordada con hilo de plata muchas diferencias en forma de estrellas.
De alguna manera me sentía destello del cuarzo. Fragmento de luz abigarrado de un verde al alo rojo sobre un pedazo de instante; destello que al jugar con la pupila se desvanece en un reflejo que quiso ser azul. La ciudad se quedaba atrás, aplaudiendo a la noche cómodamente recostada en el zaguán de la historia. Las estrellas coquetas cerraban intermitentemente sus ojos.


Es que nos es fácil de entender.
lo simple cuesta desarmar las ideas,
para que funcionen en equilibrio con el sur,
por donde se fueron dando de saltos
varios siglos
al anafre de los tiempos
para volverse fuego de otra llamarada.

LA GEOGRAFíA DEL MAíZ Y EL CONSEJO DEL RELAMPAGO



LA GEOGRAFíA DEL MAíZ Y EL CONSEJO DEL RELAMPAGO

Antes de las 11PM arriba en medio de consignas la Comandancia Militar Indígena y representantes de las demás comunidades autónomas y en rebeldía. Las dianas de las dos bandas musicales se mezclan con las palmas de los miles, que de 27 países, 25 estados de la Republica y miembros de diversas comunidades zapatistas, nos hemos congregado a encender un fuego que ilumine los siete puntos cardinales. El Comandante David dice su palabra, la voz de todos los que contribuyeron a decirla. Dice de los malos gobiernos, de los malos gobiernos que traicionan palabra, de los malos gobiernos que no cambian desde la conquista, las revoluciones y con los demás súbditos del gran capital. Dijo de las vicisitudes y traiciones. El agradecimiento a la ayuda internacional y solidaria. Después los tumultos, los cohetones en el cielo y la cañada respondiendo con un eco que despertaba su amplio valle. Dos grupos musicales lanzan dianas después de cada participación. Aplausos, risas en vez de confeti, el 6, 5, 4, 3, 2, 1, ¡Feliz año 2009! A bailar todos. Con y sin pareja, en grupo, en filita, el que quiera con su estrella. Extraña ceremonia con sus cerros arrobados de sombras, con su destino que bajaba a humear entre la niebla. Sin una gota de alcohol en la celebración. A nadie pude sorprender con la botella escondida, todos en el vértice dispuesto por la Comandancia Militar Indígena. Reunidos en el claustro de la esperanza y muchos Europeos redescubriendo nuevas formas de bailar la cumbia y quebradita. Globos aerostatitos en la noche que se arrepegaba en su amplio valle, serena, sonriendo garbosa ante el jolgorio de sus hijos, sorbiendo la flamita que invitaba al sueño, simplemente para que la despertara en otro sueño de convicciones decorada con barro y chaquira.



La noche sabía lo que tenía que saber, igual que nosotros. Con el sigilo de la alegría ante el acoso, el baile contra la insidia ladina y el rostro cubierto para ser uno y muchos con la noche, en un mimetismo ancestral de poco disfraz y mucha sabia en las venas del mundo Maya. Los hijos de la noche vapuleaban los instantes sin saber de cierto los teoremas del aquí y el ahora. Zigzagueando se me metía por el costado una mujer muy chiquita y con pasamontañas. Meneaba los hombros al ritmo de un corrido de Francisco Villa y se perdía entre un mar de piernas movidas con hilos desde el cielo por el gran titiritero. Cada vez que un cohete estallaba, al cielo le salían ronchitas de luz y su eco como un aullido reverberaba entre las hondonadas. Paloma me decía de Andrés y de otras caravanas, de sus milpas orgánicas, de sus sueños a retoñar; me decía tantas cosas buenas con su buen silencio, que yo mejor tiraba mi libreta de notas y empinaba un café de los altos. Un sentimiento aleteaba en forma de sombra sobre la oscuridad. Me sentía nadie en particular. No me tenía a mi mismo, según mi historia personal y, sin embargo, un gran ente de mi se desdoblaba. Cubría por completo el instante preciso donde me encontraba. No era nadie o nada y, paradójicamente, lo que las montañas me decían, lo que las nubes, siempre presentes durante el viaje y prudentes, dejaban ver bajo su corpiño representaba el ser parte del torrente sanguíneo de la historia. Decían del sagrado valor de la tierra, decían de sus volcanes para serenar los contornos de su geografía, decían de la leyenda que se despierta cada mañana y sale a cazar, aunque solo sea un pedacito de arco iris. Decía de sus vientos en forma de serpientes desplazándose con las lianas de las estrellas. El maestro de ceremonias: ¡Un minuto de su atención! Y se enviaba un saludo zapatista a los hermanos de Cuba en sus cincuenta años de resistencia. A pesar de estar escasos de escasez se enviaba al pueblo caribeño una cosecha de maíz zapatista. ¿Llegará este grito de solidaridad desde un caracol recorriendo su propio laberinto al pueblo de Cuba? Andrés me decía que necesitan diccionarios. “Muchos niños y niñas están aprendiendo a hablar Español” y me da una idea de como ayudar. La noche no paraba de girar, quemándose en su propia hoguera de fuego negro y ancestral. Algunos gallos cantaron desmañanados, aún con el vapor de la bruma entre las plumas. El sueño se fue a echar una siestecita antes de que arribara el sol.



Dicen los que saben, de saber frondoso,
los que vienen atrás acomodando los cuatro vientos.
Que cuando los dioses quisieron reconocer su obra, no pudieron
porque todo era un gran valle de silencio;
no tenían como nombrar todas las cosas
que no cabían en sí de lo bonito que estaban.
Los mares, por ejemplo, eran azules, pero no podían decir azul,
como los cielos, porque no había el palabra.
El palabra de plano no venía.
No se podía decir aquel pájaro, estrella o dirección.
El mundo y los cielos y todo lo que no se alcanza a ver,
no tenía forma siquiera de pensarse con la razón,
porque no había el palabra.
Todo era un caos, como ahorita, así que la luna y el sol, en esos tiempos
hermanos aquí abajo;
al ver la confusión que empeñaba el gozo de tanta creación
y tanto innombrable decidieron hacer algo por sus otros hermanos dioses
y sus otros hermanos hijos.
Una noche, dicen los que saben, cuando nació la estrella de la mañana.
El sol y la luna se arrojaron en sacrificio a una llameante noche eterna.
Fue tanto lo que sintieron dioses, animales y demás hijos, que de su tristeza
admiración y agradecimiento renacieron la luna y el sol,
como los conocemos ahora suspendidos y separados en el viento.
Todo se llenó de colores y músicas.
Una extraña sensación de eternidad palpitó
en muchos cielos y oscuridades.
Había nacido el poder decir “el venado, el águila o la lluvia”
un color mas vivo se untaba a todas las cosas
cuando el palabra lo tocaba.
El palabra, de gusto, se echó un clavado al río de lo eterno
y en algún lugar floreció un poema.
Había nacido la palabra.