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nuevamente me interno en el mismo laberinto,,
al tintineo de una escala cromática
que busca su ojo de agua,,
busco a ciegas en el camino que no tiene regreso,,
olisqueo la madriguera que antiguos gambusinos
abandonaron por el mismo motivo,,
voy tanteando el consejo del camino,,
repito,, no el milagro de peses ni del vino,,
el malabarismo de los instantes,,
la noche se engalana de silencio,,
un silencio muy otro,, orondo,, punzante,,,,
entonces juego a que me atrapan las circunstancias,,
descodifico el lenguaje de los faroles,,
la luz de la noche pasa sigilosa entre los eucaliptos,,
me devela un tiempo sin horas,,
tiempo que deshila la fugacidad
cubre el rostro de lo eterno,,
lo infinitamente mutable y fortuito,,
entonces se caen las paredes que sostienen al mundo,,
la muerte me pregunta al oído
por el inventario,, por las falsas indulgencias debidas,,
por las ganas vencidas y el dolor comprado a rajatabla,,
entonces apago todos los silencios
para escuchar un verso de luz apenas insinuado,,
entreabro las persianas de mi sueño
y me asomo al vergel del primer chorro de vacuidad
y me sonrío para mis adentros
y camino y oteo a mi alrededor,, y,,
las texturas de las sombras,, las distancias,,
los alabastros,, aquel daguerrotipo y sus historias de la revolución mexicana,,
anoto direcciones,, nombres imaginarios,,
soy cómplice de mi linterna de mano,,
entonces los adoquines detienen la marcha de las hormigas,,
las estrellas conjuran en destellos su veredicto,,
el amanecer se retrasa en tanto colecto algunas palabras tiernas,,
me digo que es hora de escribir un poema que emerja del laberinto,,
cuando las siete lunas canten a capela un in memorian a Billie Holiday,,
que diga de extravíos y distancias,,
difuminadas por el peso del horizonte,,
un poema que hable de la dialéctica labrada en espirales,,
en su recorrido por un mar de calendarios,,
un poema nocturno y humedecido por los absurdos del tiempo,,
las tragedias que nos atosigan,, tal y como lo escribieran los mayas
en el retablo de los tiempos,,
y,, como dijera,, el rey salomón,,
“todo ocurre dejando de ocurrir”,, así de sencillo,,
solo entonces el poema se escribe a sí mismo,,
es noche y laberinto,, presagio y anatema,,
es palabra sacrificada en la piedra de lo ignoto,, donde nace el silencio,,
con canto de luna y sonrojo de dunas en el desierto,,
es un poema que se escribe con la tinta de la noche
en el dulce vértigo de la lluvia,,
humedecida en ternura,, hasta que el laberinto y yo
nos extraviamos en un camino con rostro a deja vu,,
que se aleja,,
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