Wednesday, July 13, 2011
obertura
¥
las gaviotas se mecen en su tiempo; anteceden las nubes y su aguacero,,
reina un sahumerio de humedad,, relámpago y horquilla,,
una ráfaga de aire hace danzar la piel de los arboles,,
viento suave y,, aún,, digno de mejores arbustos y follajes,,
cabelleras que en ilusa somnolencia sacuden sus vidas anteriores,,
yo como siempre,, descifrando el presagio y simbolismo causal
de todo cuanto acontece,, bordado en filigrana de vida todas las cosas,,
reflexiono en lo que escribo y deseo escribir,, de los poemas que abren camino
pero se pierden en el intento o se extravían en cualquier ocaso,,
me digo,, en esa meditación mitad herrumbre mitad vuelo,,
epigénesis divina,, de la contradicción para despeñar todos los tiempos,,
dualidad- chispa que hace saltar los instantes,, luz futura que arremete
destilando sangre y destellos,,
entre bruma,, velos y eclosiones de raro infinito,, las sombras,,
velan su sino y devenir,, sacrosanta comunión de eternidades,,
donde llegan a parir gentiles galaxias,, células de Dios,,
me digo que existen los poemas cobardes,, los que pudiendo ver su infinito
se pierden en una catarsis existencial del tercer grado,,
se desvanecen en el aire cuando simulan una simulación poética,,
aquella que atempera,, vanamente,, el motivo del dolor que sufre la carcajada,,
en cambio los texticulus iluminatus salvan del moho,, de la herrumbre y el naufragio,,
son el soplo divino,, que no tiene nada que ver con Dios,, palabras que dan contenido,,
al reflejo que nos devuelve como latigazo el espejo,,
son esos senderos apetitosos que conducen a paraísos inexplorados
de nuestra consciencia y,, por supuesto,, nuestra inconsciencia,,
cabaña habitada por los antepasados de nuestros pecados,, mendrugos de sombras
que al contacto de la hoguera se vuelen incandescencia,, luz fortuita,,
una tolvanera ataviada de grises arranca la cascara inservible de los árboles
custodios de la bahía,, una parvada de pájaros dibuja en el aire la formula
de la tormenta que se avecina,, aguas grises de grises perlas,, embarrado de cenizas
al horizonte derrotado en su primera línea,,
las aguas son el símbolo causal y existencial de mi reflexión poética,,
en tanto los barruntos de tormenta iluminan su vientre,,
avanzan inexorables con paso de lluvia,, en formación guerrera,, sobre Nueva Albión,,
me digo de los textos que salvan,, de los posan su mano santa sobre la herida y la sanan,,
esos que develan el motivo oculto en las ocurrencias de Dios,,
esos que remiendan con luz los capítulos extraviados tanto en la Biblia como el Corán,,
esos que llevan dentro de su carne la sangre nutriente de infinito y su primavera,,
palabra que es flama ardiendo y sin consumirse alumbra las oquedades,,
¥
las gaviotas se mecen en su tiempo; anteceden las nubes y su aguacero,,
reina un sahumerio de humedad,, relámpago y horquilla,,
una ráfaga de aire hace danzar la piel de los arboles,,
viento suave y,, aún,, digno de mejores arbustos y follajes,,
cabelleras que en ilusa somnolencia sacuden sus vidas anteriores,,
yo como siempre,, descifrando el presagio y simbolismo causal
de todo cuanto acontece,, bordado en filigrana de vida todas las cosas,,
reflexiono en lo que escribo y deseo escribir,, de los poemas que abren camino
pero se pierden en el intento o se extravían en cualquier ocaso,,
me digo,, en esa meditación mitad herrumbre mitad vuelo,,
epigénesis divina,, de la contradicción para despeñar todos los tiempos,,
dualidad- chispa que hace saltar los instantes,, luz futura que arremete
destilando sangre y destellos,,
entre bruma,, velos y eclosiones de raro infinito,, las sombras,,
velan su sino y devenir,, sacrosanta comunión de eternidades,,
donde llegan a parir gentiles galaxias,, células de Dios,,
me digo que existen los poemas cobardes,, los que pudiendo ver su infinito
se pierden en una catarsis existencial del tercer grado,,
se desvanecen en el aire cuando simulan una simulación poética,,
aquella que atempera,, vanamente,, el motivo del dolor que sufre la carcajada,,
en cambio los texticulus iluminatus salvan del moho,, de la herrumbre y el naufragio,,
son el soplo divino,, que no tiene nada que ver con Dios,, palabras que dan contenido,,
al reflejo que nos devuelve como latigazo el espejo,,
son esos senderos apetitosos que conducen a paraísos inexplorados
de nuestra consciencia y,, por supuesto,, nuestra inconsciencia,,
cabaña habitada por los antepasados de nuestros pecados,, mendrugos de sombras
que al contacto de la hoguera se vuelen incandescencia,, luz fortuita,,
una tolvanera ataviada de grises arranca la cascara inservible de los árboles
custodios de la bahía,, una parvada de pájaros dibuja en el aire la formula
de la tormenta que se avecina,, aguas grises de grises perlas,, embarrado de cenizas
al horizonte derrotado en su primera línea,,
las aguas son el símbolo causal y existencial de mi reflexión poética,,
en tanto los barruntos de tormenta iluminan su vientre,,
avanzan inexorables con paso de lluvia,, en formación guerrera,, sobre Nueva Albión,,
me digo de los textos que salvan,, de los posan su mano santa sobre la herida y la sanan,,
esos que develan el motivo oculto en las ocurrencias de Dios,,
esos que remiendan con luz los capítulos extraviados tanto en la Biblia como el Corán,,
esos que llevan dentro de su carne la sangre nutriente de infinito y su primavera,,
palabra que es flama ardiendo y sin consumirse alumbra las oquedades,,
Ω
me digo con un nudo en la garganta,,
del paréntesis entre dos segundos,,
reflexiono en las volteretas de la rosa de los vientos,,
la que se embriaga en direcciones,, atajos y espejismos lanzados por la borda,,
como trapecio a ambos lados de esta tormenta que muchos llaman frontera,,
cuerda floja en los mástiles del tiempo,,
me digo de los capítulos sin el punto y aparte,,
de todo lo que he dicho sin decir,,
sin atreverme a danzar desnudo entre las olas del mar,,
poseso de un ronroneo de gato antes de la caricia,,
me digo de mis cobardías,, de ocultar la mano al momento de una despedida,,
bandoleón a la deriva del espejismo que se aleja,,
y me envuelvo de silencios los más leales y sinceros,,
los que repiten como eco el canto de la muerte,,
los que habitan sobre los andamios del mediodía,,
los que cargan en el morral,, prenda suya,, un instante de fugacidad,,
me digo de lo mucho que malgasto el milagro que guía,,
rejunto peniques,, adarmes,, cuando algunas plumas de ángeles
remueven el polvo de mi entre duermevela,,
cuando releo esos cuentos míos y sus congojas,,
los eucaliptos danzan al soplido de un aire vagabundo y quisquilloso,,
dicen de sus avatares amarrados a un manojo de cascabeles,,
me digo que no hay decires,,
que a las alcurnias se les mancha el cuello de la memoria,,
me digo,, con la pregunta que ulula entre una melodía añeja,,
de la causa y el motivo de su enorme peso,,
cuando la tormenta asoma su rostro sobre el horizonte,,
y el cielo que tizna de aguaceros en reposo,,
me digo de mis pasos y una sombra salta de la rama más cercana,,
me grita con un murmullo de avellanas,,
dice de mis mentiras y falsos dolores
que enmascaran otras mascaradas,,
clava su dedo enclenque en mi pecho,,
caigo envuelto como consecuencia en un vapor opalino
que me hace soñar que sueño
lo que redimo en esta crujiente y mal parida realidad
jaula de estas palabras,,
me digo con un nudo en la garganta,,
del paréntesis entre dos segundos,,
reflexiono en las volteretas de la rosa de los vientos,,
la que se embriaga en direcciones,, atajos y espejismos lanzados por la borda,,
como trapecio a ambos lados de esta tormenta que muchos llaman frontera,,
cuerda floja en los mástiles del tiempo,,
me digo de los capítulos sin el punto y aparte,,
de todo lo que he dicho sin decir,,
sin atreverme a danzar desnudo entre las olas del mar,,
poseso de un ronroneo de gato antes de la caricia,,
me digo de mis cobardías,, de ocultar la mano al momento de una despedida,,
bandoleón a la deriva del espejismo que se aleja,,
y me envuelvo de silencios los más leales y sinceros,,
los que repiten como eco el canto de la muerte,,
los que habitan sobre los andamios del mediodía,,
los que cargan en el morral,, prenda suya,, un instante de fugacidad,,
me digo de lo mucho que malgasto el milagro que guía,,
rejunto peniques,, adarmes,, cuando algunas plumas de ángeles
remueven el polvo de mi entre duermevela,,
cuando releo esos cuentos míos y sus congojas,,
los eucaliptos danzan al soplido de un aire vagabundo y quisquilloso,,
dicen de sus avatares amarrados a un manojo de cascabeles,,
me digo que no hay decires,,
que a las alcurnias se les mancha el cuello de la memoria,,
me digo,, con la pregunta que ulula entre una melodía añeja,,
de la causa y el motivo de su enorme peso,,
cuando la tormenta asoma su rostro sobre el horizonte,,
y el cielo que tizna de aguaceros en reposo,,
me digo de mis pasos y una sombra salta de la rama más cercana,,
me grita con un murmullo de avellanas,,
dice de mis mentiras y falsos dolores
que enmascaran otras mascaradas,,
clava su dedo enclenque en mi pecho,,
caigo envuelto como consecuencia en un vapor opalino
que me hace soñar que sueño
lo que redimo en esta crujiente y mal parida realidad
jaula de estas palabras,,
β
nítidamente escucho el canto de la luna
traspuesto el zaguán del vetusto olvido,,
baja desde el risco al valle
rebozo de una santa María trasparente
dibuja caracolitos de tenue luz,,
su canto es fulgor expandiéndose de puntitas sobre el monte,,
sembrados con quietud y corazón florido,,
arrobadas las flores en este valle kumeay,,
en un canto murmullo sobre la piel del monte,,
ofrecen en sacrificio,, las flores,, su virginidad de diosas
sonríen desde sus capullos,, en bautizo de perfumes,,
me dejo envolver en su melodía de fuego,,
fulgor opalino que en sinfonía cósmica
se despeña del cielo,,
abro la puerta del silencio padre,,
para que entre la aurora con su penitencia de sombra,,
vierta los vinos que fermenta la noche
en los alambiques en tiempo de cedro,,
embalsamo un instante y lo vuelvo fetiche
para el siguiente encuentro,,
donde puedo pensar sintiendo,, desde la poesía,,
sintiendo sin pensar el canto que me inlumina,,
nítidamente escucho el canto de la luna
traspuesto el zaguán del vetusto olvido,,
baja desde el risco al valle
rebozo de una santa María trasparente
dibuja caracolitos de tenue luz,,
su canto es fulgor expandiéndose de puntitas sobre el monte,,
sembrados con quietud y corazón florido,,
arrobadas las flores en este valle kumeay,,
en un canto murmullo sobre la piel del monte,,
ofrecen en sacrificio,, las flores,, su virginidad de diosas
sonríen desde sus capullos,, en bautizo de perfumes,,
me dejo envolver en su melodía de fuego,,
fulgor opalino que en sinfonía cósmica
se despeña del cielo,,
abro la puerta del silencio padre,,
para que entre la aurora con su penitencia de sombra,,
vierta los vinos que fermenta la noche
en los alambiques en tiempo de cedro,,
embalsamo un instante y lo vuelvo fetiche
para el siguiente encuentro,,
donde puedo pensar sintiendo,, desde la poesía,,
sintiendo sin pensar el canto que me inlumina,,
φ
¿Cómo cargar el peso de la lluvia sobre el alma
y agrandar los pasos entre los charcos que salpican las hendiduras,,
para que los goznes que mueven el polvo de mis huesos,,
vean con cuidado el reflejo de un relámpago en los riachuelos,,
los campos empotrados por la causalidad de las traslaciones,,
de esas elípticas con vocación de gitanas,,
para que vean con la ceguera de una centella el latigazo,,
o quizás hasta pudiera decirse,, de una manera ramplona y cínica,,
“los cielos no tenían porque haberse caído de esa manera”
y dejar que los vendavales arrastren su cortejo de mantilla fúnebre,,
su sequito de escamas y andrajos malolientes,,
el humus gelatinoso de la abulia,, de los pasos en desbandada,,
eso que tiñe con el sabor ocre la melancolía,,
y que la abuela metió en salmuera,,
o lo que se carga en la calandria por el malecón de una Habana que no es nueva ni es vieja,,
que no es salvo una ola que se corona en un instante de espuma,,
o las ruinas,, que decir,, de esas epopeyas que cargan las nubes
llorosas para que todo se llore en medio del aguacero,,
de las ramas,, de los charcos que se desbordan y les brotan raíces de agua,,
para que penetran la tierra y se renueven en un futuro vapor divino,,
el estruendo de la noche al contacto de las cuatro lluvias,,
la percusión en el tejado nocturnal y todo lo que no sabe callar,,
calla
y aprende a callar,,
al golpe de las astillas de agua clavándose en la tierra
despierta un aroma a remanso,,
ilusión óptica de los no pocos destellos que deambulan
en esta noche sin sereno,,
acaso destilando una gota de lluvia,, la más sensual,, para aclimatar
el delirio a la negrura de los nubarrones
entre un himno barroco de ternura,,
y uno sin saberlo
sin darse cuenta empapado de saudade
entre las hondonadas que abandonan sus espigas y mazorcas,,
y los valles a sus nogales y los cipreses,, los sicomoros y los palos de naranjas en flor,,
a la vuelta de su destino
entre un canto de luna extraviada
su delirio,, siempre a doce horas de una terca distancia?
¿Cómo cargar el peso de la lluvia sobre el alma
y agrandar los pasos entre los charcos que salpican las hendiduras,,
para que los goznes que mueven el polvo de mis huesos,,
vean con cuidado el reflejo de un relámpago en los riachuelos,,
los campos empotrados por la causalidad de las traslaciones,,
de esas elípticas con vocación de gitanas,,
para que vean con la ceguera de una centella el latigazo,,
o quizás hasta pudiera decirse,, de una manera ramplona y cínica,,
“los cielos no tenían porque haberse caído de esa manera”
y dejar que los vendavales arrastren su cortejo de mantilla fúnebre,,
su sequito de escamas y andrajos malolientes,,
el humus gelatinoso de la abulia,, de los pasos en desbandada,,
eso que tiñe con el sabor ocre la melancolía,,
y que la abuela metió en salmuera,,
o lo que se carga en la calandria por el malecón de una Habana que no es nueva ni es vieja,,
que no es salvo una ola que se corona en un instante de espuma,,
o las ruinas,, que decir,, de esas epopeyas que cargan las nubes
llorosas para que todo se llore en medio del aguacero,,
de las ramas,, de los charcos que se desbordan y les brotan raíces de agua,,
para que penetran la tierra y se renueven en un futuro vapor divino,,
el estruendo de la noche al contacto de las cuatro lluvias,,
la percusión en el tejado nocturnal y todo lo que no sabe callar,,
calla
y aprende a callar,,
al golpe de las astillas de agua clavándose en la tierra
despierta un aroma a remanso,,
ilusión óptica de los no pocos destellos que deambulan
en esta noche sin sereno,,
acaso destilando una gota de lluvia,, la más sensual,, para aclimatar
el delirio a la negrura de los nubarrones
entre un himno barroco de ternura,,
y uno sin saberlo
sin darse cuenta empapado de saudade
entre las hondonadas que abandonan sus espigas y mazorcas,,
y los valles a sus nogales y los cipreses,, los sicomoros y los palos de naranjas en flor,,
a la vuelta de su destino
entre un canto de luna extraviada
su delirio,, siempre a doce horas de una terca distancia?
φ
nuevamente me interno en el mismo laberinto,,
al tintineo de una escala cromática
que busca su ojo de agua,,
busco a ciegas en el camino que no tiene regreso,,
olisqueo la madriguera que antiguos gambusinos
abandonaron por el mismo motivo,,
voy tanteando el consejo del camino,,
repito,, no el milagro de peses ni del vino,,
el malabarismo de los instantes,,
la noche se engalana de silencio,,
un silencio muy otro,, orondo,, punzante,,,,
entonces juego a que me atrapan las circunstancias,,
descodifico el lenguaje de los faroles,,
la luz de la noche pasa sigilosa entre los eucaliptos,,
me devela un tiempo sin horas,,
tiempo que deshila la fugacidad
cubre el rostro de lo eterno,,
lo infinitamente mutable y fortuito,,
entonces se caen las paredes que sostienen al mundo,,
la muerte me pregunta al oído
por el inventario,, por las falsas indulgencias debidas,,
por las ganas vencidas y el dolor comprado a rajatabla,,
entonces apago todos los silencios
para escuchar un verso de luz apenas insinuado,,
entreabro las persianas de mi sueño
y me asomo al vergel del primer chorro de vacuidad
y me sonrío para mis adentros
y camino y oteo a mi alrededor,, y,,
las texturas de las sombras,, las distancias,,
los alabastros,, aquel daguerrotipo y sus historias de la revolución mexicana,,
anoto direcciones,, nombres imaginarios,,
soy cómplice de mi linterna de mano,,
entonces los adoquines detienen la marcha de las hormigas,,
las estrellas conjuran en destellos su veredicto,,
el amanecer se retrasa en tanto colecto algunas palabras tiernas,,
me digo que es hora de escribir un poema que emerja del laberinto,,
cuando las siete lunas canten a capela un in memorian a Billie Holiday,,
que diga de extravíos y distancias,,
difuminadas por el peso del horizonte,,
un poema que hable de la dialéctica labrada en espirales,,
en su recorrido por un mar de calendarios,,
un poema nocturno y humedecido por los absurdos del tiempo,,
las tragedias que nos atosigan,, tal y como lo escribieran los mayas
en el retablo de los tiempos,,
y,, como dijera,, el rey salomón,,
“todo ocurre dejando de ocurrir”,, así de sencillo,,
solo entonces el poema se escribe a sí mismo,,
es noche y laberinto,, presagio y anatema,,
es palabra sacrificada en la piedra de lo ignoto,, donde nace el silencio,,
con canto de luna y sonrojo de dunas en el desierto,,
es un poema que se escribe con la tinta de la noche
en el dulce vértigo de la lluvia,,
humedecida en ternura,, hasta que el laberinto y yo
nos extraviamos en un camino con rostro a deja vu,,
que se aleja,,
nuevamente me interno en el mismo laberinto,,
al tintineo de una escala cromática
que busca su ojo de agua,,
busco a ciegas en el camino que no tiene regreso,,
olisqueo la madriguera que antiguos gambusinos
abandonaron por el mismo motivo,,
voy tanteando el consejo del camino,,
repito,, no el milagro de peses ni del vino,,
el malabarismo de los instantes,,
la noche se engalana de silencio,,
un silencio muy otro,, orondo,, punzante,,,,
entonces juego a que me atrapan las circunstancias,,
descodifico el lenguaje de los faroles,,
la luz de la noche pasa sigilosa entre los eucaliptos,,
me devela un tiempo sin horas,,
tiempo que deshila la fugacidad
cubre el rostro de lo eterno,,
lo infinitamente mutable y fortuito,,
entonces se caen las paredes que sostienen al mundo,,
la muerte me pregunta al oído
por el inventario,, por las falsas indulgencias debidas,,
por las ganas vencidas y el dolor comprado a rajatabla,,
entonces apago todos los silencios
para escuchar un verso de luz apenas insinuado,,
entreabro las persianas de mi sueño
y me asomo al vergel del primer chorro de vacuidad
y me sonrío para mis adentros
y camino y oteo a mi alrededor,, y,,
las texturas de las sombras,, las distancias,,
los alabastros,, aquel daguerrotipo y sus historias de la revolución mexicana,,
anoto direcciones,, nombres imaginarios,,
soy cómplice de mi linterna de mano,,
entonces los adoquines detienen la marcha de las hormigas,,
las estrellas conjuran en destellos su veredicto,,
el amanecer se retrasa en tanto colecto algunas palabras tiernas,,
me digo que es hora de escribir un poema que emerja del laberinto,,
cuando las siete lunas canten a capela un in memorian a Billie Holiday,,
que diga de extravíos y distancias,,
difuminadas por el peso del horizonte,,
un poema que hable de la dialéctica labrada en espirales,,
en su recorrido por un mar de calendarios,,
un poema nocturno y humedecido por los absurdos del tiempo,,
las tragedias que nos atosigan,, tal y como lo escribieran los mayas
en el retablo de los tiempos,,
y,, como dijera,, el rey salomón,,
“todo ocurre dejando de ocurrir”,, así de sencillo,,
solo entonces el poema se escribe a sí mismo,,
es noche y laberinto,, presagio y anatema,,
es palabra sacrificada en la piedra de lo ignoto,, donde nace el silencio,,
con canto de luna y sonrojo de dunas en el desierto,,
es un poema que se escribe con la tinta de la noche
en el dulce vértigo de la lluvia,,
humedecida en ternura,, hasta que el laberinto y yo
nos extraviamos en un camino con rostro a deja vu,,
que se aleja,,
π
mi laberinto es follaje pleno, concéntrico,, bulliciosa calma
que cala hondo y sirve a los dioses de la desventura,,
mi laberinto se recorre a ciegas
para que los pigmentos del perfume nocturnal
se embadurnen en los trajines del deseo,,
ese que nunca viajó en tranvía,,
mi laberinto se recorre a sí mismo,,
como los caracoles al llamado de la caracola,,
de salto en salto encuentra la eucaristía nocturna
los pasos a desnivel
el silbido sordo de la alondra,,
mi laberinto se enjuaga con agua bendita
antes de beber del manantial de tu vientre,,
juega a la rayuela,, lee a keats,,
se encierra en sí mismo
y escribe una oda marina a la locura,,
se anega de atajos y saltos cuantitativos y dubitativos,,
se obsesiona con los portales y los andenes,,
es maría bonita canción,, sin ni bártulos para el camino,,
eco de un organillero en el recuerdo,,
mi laberinto me acompaña de a ratos,,
especialmente cuando se celebra el ceremonial de los cristales rotos
y modesto escribe un poema trepado en el tejado
cobijado con la luna,,
mi laberinto solo yo lo camino para reanimar la abulia
al canto de los alcoholes
y el vértigo del hartazgo disfrazado de atajo,,
lo que en verdad disfrutamos yo y mi laberinto
es andar de andariegos,, extraviados
en algún camino desconocido,, andado y sin recorrer,,
Epílogo sin final
después del año venidero,,
vendrán las ausencias
al clamor de un canto desconocido,,
azules,, casi aniquiladas al peso del tiempo,,
después dirán los oráculos sobre los preámbulos del viaje,,
sostendrán la ofrenda a la sangre divina,,
hilvanada a las enaguas de las nubes,,
(casi en un estar casi sostenido casi vivo)
al fin de los delirios y derosas y deazares
desterremos lo que nos mata de morir matados,,
para alumbrar el vértigo del cuarzo,,
(seremos casi viento,, casi un ligero pasar en disimulo)
diremos que todo fue un circo de locura,, cristal y obsidiana,,
sacrificio al dios del relámpago,, aquel que atiza la fragua
y con todos los infiernos afila la espada,,
(de llanto y abandono será el camino a la locura sin cura)
con el diáfano discurrir de una melodía dibujada con vapor de agua
daremos brillo al imposible,,
para que contemple de frente la tersura del ensueño: lo digno,,
lo único que nos salva del desastre,, de los ríos de sangre,,
lo que se ignora y enciende hasta el final de los finales,,
callejón oscuro tantas veces repetido,,
en el encierro de los sarcasmos y la pantomima,,
(con el silencio más pulcro y colosal diremos un amén impronunciable)
armaremos con trocitos de sueños,, los más desvaídos en su chispa eterna,,
un portal donde descanse el viento y las golondrinas amortigüen el viaje,,
donde los vaivenes de la aurora canten a dúo
lo que muere en mil destellos ante el ocaso,,
apuremos el viaje en la desvencijada carreta de los páramos,,
camino que nos lleva por ruta siempre recordada en el olvido,,
afelpando la noche al vuelo de los cocuyos,,
oremos
para que salte de entre los matorrales y chamizos,,
que pueblan la noche sin noche,,
el designio triunfal,,
al final,,
todo será como estaba previsto en el nefasto sueño de dios,,
explosión,, canto cósmico cuando muera nuestra flama,,
al final,,
mi laberinto es follaje pleno, concéntrico,, bulliciosa calma
que cala hondo y sirve a los dioses de la desventura,,
mi laberinto se recorre a ciegas
para que los pigmentos del perfume nocturnal
se embadurnen en los trajines del deseo,,
ese que nunca viajó en tranvía,,
mi laberinto se recorre a sí mismo,,
como los caracoles al llamado de la caracola,,
de salto en salto encuentra la eucaristía nocturna
los pasos a desnivel
el silbido sordo de la alondra,,
mi laberinto se enjuaga con agua bendita
antes de beber del manantial de tu vientre,,
juega a la rayuela,, lee a keats,,
se encierra en sí mismo
y escribe una oda marina a la locura,,
se anega de atajos y saltos cuantitativos y dubitativos,,
se obsesiona con los portales y los andenes,,
es maría bonita canción,, sin ni bártulos para el camino,,
eco de un organillero en el recuerdo,,
mi laberinto me acompaña de a ratos,,
especialmente cuando se celebra el ceremonial de los cristales rotos
y modesto escribe un poema trepado en el tejado
cobijado con la luna,,
mi laberinto solo yo lo camino para reanimar la abulia
al canto de los alcoholes
y el vértigo del hartazgo disfrazado de atajo,,
lo que en verdad disfrutamos yo y mi laberinto
es andar de andariegos,, extraviados
en algún camino desconocido,, andado y sin recorrer,,
Epílogo sin final
después del año venidero,,
vendrán las ausencias
al clamor de un canto desconocido,,
azules,, casi aniquiladas al peso del tiempo,,
después dirán los oráculos sobre los preámbulos del viaje,,
sostendrán la ofrenda a la sangre divina,,
hilvanada a las enaguas de las nubes,,
(casi en un estar casi sostenido casi vivo)
al fin de los delirios y derosas y deazares
desterremos lo que nos mata de morir matados,,
para alumbrar el vértigo del cuarzo,,
(seremos casi viento,, casi un ligero pasar en disimulo)
diremos que todo fue un circo de locura,, cristal y obsidiana,,
sacrificio al dios del relámpago,, aquel que atiza la fragua
y con todos los infiernos afila la espada,,
(de llanto y abandono será el camino a la locura sin cura)
con el diáfano discurrir de una melodía dibujada con vapor de agua
daremos brillo al imposible,,
para que contemple de frente la tersura del ensueño: lo digno,,
lo único que nos salva del desastre,, de los ríos de sangre,,
lo que se ignora y enciende hasta el final de los finales,,
callejón oscuro tantas veces repetido,,
en el encierro de los sarcasmos y la pantomima,,
(con el silencio más pulcro y colosal diremos un amén impronunciable)
armaremos con trocitos de sueños,, los más desvaídos en su chispa eterna,,
un portal donde descanse el viento y las golondrinas amortigüen el viaje,,
donde los vaivenes de la aurora canten a dúo
lo que muere en mil destellos ante el ocaso,,
apuremos el viaje en la desvencijada carreta de los páramos,,
camino que nos lleva por ruta siempre recordada en el olvido,,
afelpando la noche al vuelo de los cocuyos,,
oremos
para que salte de entre los matorrales y chamizos,,
que pueblan la noche sin noche,,
el designio triunfal,,
al final,,
todo será como estaba previsto en el nefasto sueño de dios,,
explosión,, canto cósmico cuando muera nuestra flama,,
al final,,
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