Tomo fotografías, arranco la corteza blanca de lo árboles
y escribo en ellos unos poemas
que el olvido repite de memoria.
Que después de incinerarlos un sentimiento de inmortalidad
chasquea el alma,
como las pequeñas olas que mueven sus sonajas de espuma.
Me identifico con las nubes y remolinos en el desierto,
con la oblicua forma de los nidos y la mirada triste de un perro.
Tomo nota de los percances, de la incandescencia de una nota alta
cuyo motivo es maquillar la aurora y esclavizarla al horizonte.
Me gusta la romanza gitana del cosmos,
con sus bules repletos de estrellas;
que nacen y mueren como células en la piel de Dios.
Me gusta el sueño y como dice Manu Chao:
“me gustas tú.
Me gustas la noche
me gustas tú..
Me gusta colombiana
me gustas tú.”
Y como digo yo:
Me gusta la caracola
de la que habla Mallarmé
Me gusta Santa Maria de Sierra Mártir,
aunque no estés tú.
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