Me gusta descascarar de los rojos las chispas escondidas,
los rojos demonios que atizan con sus tridentes
el salitre de delirios y vanidades de los hombres.
Me gusta lo abstracto de las marejadas de los púrpuras;
las escamas del horizonte azul en el carromato de Neptuno.
Las sombras que se descalzan
y corretean tras esas formas almidonadas de la claridad.
Así en esa bala pongo el ojo
para calcar lo que se asusta en papel carbón.
Picando la cresta a la bahía que se difumina
salpicando reflejos y guerreros celestiales.
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