Wednesday, October 7, 2009

MANIFIESTO DE LA PAZ


Pacifistas del mundo uníos.





Un fantasma recorre, además de Europa, los seis continentes: El fantasma de la paz y la no violencia. Todas las fuerzas de Europa y Estados Unidos, emporios de la fabricación de armas, se unen en santo silencio. Los que han hecho de la guerra y el exterminio un negocio en cualquiera de sus formas: reconstrucción y apoderamiento de las zonas energéticas del planeta. Los radicales de la violencia y los polizontes del negocio del exterminio.

¿Qué marcha se ha asemejado a esta que en la diversidad teje sobre nuestra historia su sino y suerte? ¿Qué persona consciente no se suma a esta marcha que por sí sola se enciende en el quinqué del mediodía; en esa flama que es la versión del siglo XXI “El Himno de la Alegría” de Beethoven, el “I had a Dream” de Martin Luther King, o “el Respeto al Derecho Ajeno es la Paz” de Benito Juárez, el “Imagine” del John Lenon, o “Un mundo donde quepamos todos”, de nuestros hermanos indígenas zapatistas; rejuntado entre todos puñitos de almas buenas, esas que construyen con sueños, desde hace mucho tiempo, un camino que nos lleve a otro sitio y no al de la guerra.

De este hecho los tiempos hacen un rezo y un compromiso. Que la Paz se desmorona entre un futuro y un mañana que no se puede soslayar. Que son muchas las afrentas en todos los rincones del planeta. Que ya es hora que ese lado bueno y que habita en el olvido, sea como el Lázaro que se levanta y camina con una nueva nueva a los muchos caminos y sus lunas. Que la violencia, esa que la usura codifica y vuelve mercancía y carcome además de los huesos, al alma y el futuro de nuestra especie, esa violencia que cancela las opciones de vida a los hijos que marchan atracito de nosotros, castrando el milagro más grande a muchas galaxias a la redonda: la vida consciente sobre este hermoso y errante planeta azul.

Con este fin, pacifistas, ambientalistas, defensores de derechos humanos, científicos, artistas, estudiantes, obreros, amas de casa y esa diversidad que abre su abanico más allá de los seis horizontes, se vuelcan de alma entera a entonar, con lo mejor del espíritu, un compromiso, un canto que vuele como ave de fuego, una esperanza de estandarte, como diría Benedetti, de mil colores enarbolando esa gran familia hijos todos de la madre Naturaleza.

La historia en todas las sociedades hasta nuestros días ha sido la violencia y el acaparamiento de los recursos no renovables. Hombres libres y colonizados, consorcios y carteles, opresores y oprimidos se han enfrentado en una violencia que ha evolucionado, en una expansiva crueldad a niveles insostenibles, entre el desdén y una apatía enfermiza, entre una indiferencia a la justicia, a la democracia, a la paz. Hemos vuelto este planeta un ring mundial donde no hay ganadores ni perdedores, donde los recursos escasean día a día, donde se fabrican guerras de a mentiras con muertos y destrucciones verdaderas, donde se ha perdido el respeto a otros moradores de este planeta, donde el ecocidio nos vuelve a todos habitantes de un gran limbo social, sin salida, donde la intolerancia religiosa y política y sexual y ambiental y de genero y laboral, y de todo y todo y con todos por todos, ha creado un vetusto y herrumbroso futuro.

Todo se contamina y los que lo provocan desvían la mirada; el agua, aire y tierra se colapsan, otras especies desaparecen, los glaciares se derriten como helado en romería, otros seres exterminan a otros hombres, niños y ancianos, solo por ser diferentes y estar parados sobre tierra con alguna mercancía: petróleo, zinc, oro, plata, alimentos etcétera. Únicamente se ha sustituido viejas clases, de violencia y opresión, por otras más refinadas tecnológicamente. Ha continuado la misma barbarie corregida y aumentada por el devenir de la ciencia, misma que ha significado una eficaz herramienta para sojuzgar, y no, liberar otros seres humanos en un desierto de diferencias y contradicciones.

Nuestra época, la época de la unipolaridad, de la globalización, se ha distinguido por su rapacidad y desdén a la justicia, la paz y el derecho a la vida, a existir con los mismos beneficios y garantías a la que todos tenemos derecho. Toda sociedad va dividiéndose, cada vez más, entre los depredadores del futuro y los que consciente y decididamente enarbolan la defensa de la vida ante la catástrofe.

La marcha Mundial por la Paz y la no Violencia empezó en Nueva Zelanda un cabalístico 2 de Octubre, representando la actividad pacifista más impactante, de que se tenga memoria. A pesar de la falta de espacios, pues la paz no significa ganancia para los magnates de la destrucción, no tiene, para ellos, garantía o plusvalía, no aumenta caudales en los paraísos fiscales, ni está escrito en el margen de su agenda de intereses; más sin embargo, este movimiento ha venido creciendo como una gigantesca bola de nieve que nos arrastra en una alegría que borbotea más allá de los siete mares y sus seis continentes, contra viento, silencio y marea. Esta marcha por la Paz y la no Violencia nos enseña que somos más de los que imaginábamos ser; un mar de sustancia salubre que quita el moho a la indiferencia, a la apatía y nos hace ver a trevez de esa ventana que tan bien encuadra al futuro, que no estamos tan aislados ni somos tan pocos como pretenden hacernos creer; que esta marcha es un espejo para ver muchos hombres y mujeres y niños y ancianos en esa gran capirotada de nuestra humanidad, reflejados como seres que apuestan al optimismo, a le evolución del espíritu; a un mundo mejor y más respetuoso de todas las formas y manifestaciones del milagro, el más grande milagro, de todos los tiempos anteriores y futuros: La vida y la conservación de nuestro planeta.

¡,,Viva la paz y la alegría,,!

¡No a la violencia y no a la destrucción de nuestros congéneres y su templo mayor: nuestra tierra que de lejos se ve azul y viste con nubes su bella desnudez.

¡Viva la vida!

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