Thursday, October 1, 2009

Las noches de Cristal; ejercicio comparativo


…esos hombres y mujeres que nunca tendrán que pedir amparo
contra el olvido porque ya son, ellos, lo mejor de la memoria
futura de México.
José Saramago


Como un mero ejercicio comparativo; se pueden observar los diferentes corredores geográficos que utiliza y disputa el narcotráfico en casi todo el territorio nacional. Se puede observar a simple vista la diversidad de problemas sociales que aquejan, como herencia maldita, casi la totalidad del país. Problemas añejos como el alcoholismo, analfabetismo, violencia extra familiar, drogadicción, desempleo, salud publica, entre otros. En esta madeja los problemas interactúan en un proceso dinámico acentuando la problemática social y estirando la contradicción de clases. Los grupos más vulnerables económica y culturalmente es donde se manifiesta con más nitidez esta problemática.

La prensa nacional hace un inacabado y cotidiano recuento de la actividad del crimen organizado, la guerra que el estado mexicano libra en contra del narcotráfico, amén del constante enfrentamiento ínter delictivo, por el control de espacios geográficos, corredores hacia el mercado final y su consecuente utilidad. Se puede señalar en un mapa de la republica mexicana los lugares donde incide con mayor fuerza este problema. Casi todo. La pobreza y falta de oportunidades son catalizadores en la actividad delictiva. La contracción económica que se vive de manera global y específicamente en el centro neurálgico del gran capital repercute inevitablemente y con mayor fuerza en las zonas y comunidades más marginales de nuestra sociedad.

El gobierno mexicano de extracción Panista, urgido del reconocimiento y credibilidad implementó una tardía y desarticulada ofensiva en contra del crimen organizado, mismo que ya había roto el equilibrio, habiéndose apoderado estos de diversos espacios geográficos, además de corrompido e infiltrado la maquinaria misma del estado. Esta ofensiva militar ha buscado, en río revuelto, desarticular y reprimir, como arma de dos filos la evidente inconformidad y movilizaciones sociales ante una falta de respuesta clara y sensata de la clase política mexicana en general.
La rampante corrupción instalada oficialmente por los beneficiarios de la revolución mexicana a principios del siglo veinte, se ha convertido en una saga cuyo vértice ha sido la traición y el asesinato. El cinismo y corrupción con la que estos seres maquiavélicos manejan a su antojo los hilos del acontecer y devenir del País, ha generado un inevitable deterioro entre la correlación de fuerzas entre la delincuencia organizada y el Estado. La guerra que este orquestó es sin duda para tratar de recuperar espacios vitales, además de airear la herida que la corrupción ha inoculado en todas las instancias de la estructura social (Empezando por la ilegitimidad de un gobierno Panista cuyo único propósito ha sido le genuflexión y la entrega de recursos al gran capital).


¿De chicha o de limón?


Una de las características utilizadas por los gobiernos del PAN y de PRI ha sido el de la simulación. Simulan que se trabajan por México y su gente, que se le educa, que se le brinda justicia, que el desempleo se abate, que las crisis son parte de la literatura fantástica, que aquí no pasa nada, que el humanismo es la piedra filosofal del magisterio y demás instituciones culturales y de salud, que se apoya a los grupos vulnerables y que el malestar e inconformidad social son cosas del pasado o simplemente “estamos en eso”. Pero basta un simple vistazo objetivo, fuera de los segmentos noticiosos y manipuladores del duopolio televisivo, para percibir un Estado con evidentes fisuras y su consecuente mimetismo sin maquillaje (El punto álgido: el paraíso de foxilandia), cuya única congruencia ha sido la represión a gentes y grupos que han cuestionado o exigido lo que como ciudadanos merecen, que se han quitado la venda de los ojos y claman justicia y eso llamado libertad.

En tanto en todo el territorio nacional se vive y sobrevive en el vaivén del sobresalto, en el menor de los casos, y atestigua el desmoronamiento de un Estado que ha perdido rumbo y credibilidad, en las comunidades zapatistas, autónomas y en rebeldía de los altos de Chiapas, se mantiene el único bastión libre de esta problemática. En estas intrincadas, bellas y de difícil acceso zonas de los altos de Chiapas, se mantiene un control y organización, en base a sus formas de autogestión, a la que difícilmente estarían dispuestos a renunciar después de los logros alcanzados en quince años en resistencia.

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