Primera parte
¿Votar o no Votar?
this is la pregunta.
this is la pregunta.
¿Qué decir de la mascarada electoral
que vive y desvive nuestro país? Cuando se
requiere que hombres y mujeres comprometidos
con nuestro momento decidamos por la mejor coyuntura histórica que nos toca
vivir. Nos encontramos en la encrucijada más trascendental de nuestra historia.
Nuestra civilización, no solo como nación o continente sino como unidad global,
tiene mucho que ver con el todo ambiental que conforma, sustenta y define
nuestro hogar, nuestro planeta, nuestra madre tierra.
La comedia electoral representada en un
espectro político, diseñado por el mismo Estado, para definir las coordenadas
por donde transitará el futuro de nuestra Patria, es un espectro político que
es en sí mismo un otro espectro. La representación, no quisiera decir
carnavalesca, por respeto a una tradición que se remonta a la barbarie de la
corona Española y Portuguesa comerciando con esclavos de diversos países
africanos, pero sí, en términos de ese comportamiento arlequinesco al afrontar
las resoluciones y políticas más apropiadas, serias y responsables para la mayoría
de la población y no solo, como se viene estilizando hasta nuestros días, según
lo determinan los interés de una minoría que ostenta y controla nuestra realidad social.
En ese abanico, que el mismo Estado establece como indicadores del acontecer y
devenir político de México, sus coordenadas y paralelos; derecha, centro,
izquierda y demás, no representan ni corresponden a los intereses de las
diversas clases que conforman nuestro país, son el reflejo exacto de los
interés de grupos de poder cuya operatividad se da en los laboratorios de la
mercadotecnia actual, siempre en los sótanos del poder oscuros y pestilentes de
la globalización.
La mercadotecnia y el estilo del
copete es lo que cuenta.
El PRI se apresta a la rebatinga de su
futuro y privilegiado sitio en la historia. Amenaza con volver de una forma
similar a la de los antiguos guerreros al regresar a Roma, después de épicas
batallas para ungir al Cesar de nuevas anexiones. Con el regreso del PRI se
consolida un proyecto económico de estrecha relación con el salinato y con esto
la operatividad consanguínea correspondiente con el capital norteamericano, ni
siquiera un barniz con la mentada diversificación económica. El PRI ha tejido
paciente y eficazmente su regreso triunfal y categórico. Se han dado, ante el
temor de evidentes cuestionamientos sociales, soluciones quirúrgicas, extirpar,
por ejemplo, ese engendro, igualmente salinista, que dirige el sindicato del
SNTE y su ominosa dirigencia. Se han podido dar el lujo de crearle un sitio
especial a este ente amputado de las ligas mayores del PRI. Votos que al fin y
al cabo irán a parar al cesto de la ignominia, pero que evidencian el grado de
influencia que tiene en el andamiaje social.
El PAN con una maquinaria, resignada
pareciera, sin el aceite para echar a andar su campaña electoral hoy por hoy
sumida en el desasosiego y el fuego amigo, a su futuro electoral, salvo con un
previsto viraje de timón, el cual se apuntalaría, eventualmente, en las fuerzas
armadas; ya que son estas el único portal que puede darles a este experimento
político, que sumió y enlutó a miles de familias, alguna lejana posibilidad de
perpetuarse en el poder. Este grupo de políticos con estrechas relaciones con
la Iglesia y lo que representa a lo largo y ancho de nuestra historia,
representaron casi doce años de metidas de pata, un teatro guiñol sin pauta o
pentagrama, copias desvanecidas de lo
que debe ser el servir al pueblo. Nuestra historia con un verdadero catalogo de
grandes y verdaderos estadistas. Estadistas con una visión de grandes alturas,
pero también honesta, patriota y humanista, pero desgraciadamente los políticos actuales, de un postmodernismo
ultrajante no tienen interés alguno de conocer y aprender de grandes
hombres como Morelos, Juárez, Lerdo de Tejada, Ocampo, los hermanos flores
Magón, Librado Rivera, Juan Sarabia, Zapata, Villa, con sus claroscuros,
Cárdenas, Mujica, etcétera y sí, en cambio mucha afinidad con esos personajes
turbios en algunos pasajes de nuestra historia, como Iturbide, Miramón y Mejía,
con el finado Marcial, el Opus Dei, el Yunque y una zalamería sin parangón al
capital foráneo.
De todos, el menos malo, el representante
de las supuestas izquierdas, esa extraña amalgama de botes a la deriva, de
feudos y tribus casi antropofágicas, para que no desmerite la historia
latinoamericana de la izquierda y su papel en la historia. El PRD no tiene la
representatividad de la verdadera izquierda en nuestro país, aglutinada en
verdaderos transformadores de su entorno social, como el Congreso Nacional Indígena, la APPO, las
movilizaciones que han emergido ante la incapacidad de los autollamados
izquierdistas de dar respuesta, solidaridad práctica y apoyo a esos segmentos sociales, como los
padres de la guardería ABC, el movimiento por la Paz con justicia y dignidad, Atenco,
los Huicholes que llaman y reclaman ser escuchados en foros internacionales,
ante la sordera patológica de las supuestas autoridades e impartidores de
justicia, los trabajadores de diversas empresas a los que se les escamotea la
justicia, como los compañeros y azafatas de mexicana de aviación y sobre todo:
El movimiento Zapatista de Liberación Nacional, que con una larga lista de
logros en la construcción de su propia utopía, no existe en la agenda nacional
y es paradójicamente algo bueno que produce nuestro país, baste mencionar que
en los territorios zapatistas no ocurre el diario acontecer que enlútese a más
y más hogares mexicanos. El trabajo comunitario, elemento vertebral de su
autogestión, en sus diversas acepciones como salud, educación, atención a la
mujer, es significativamente trascendente, pues nos evidencia que otro mundo si
es posible. Ante este ejemplo se les envuelve en silencio y se apuntalan las
estructuras mediáticas a hacernos creer en ese mundo es solo reflejo del
espejo. Un mundo al revés.
Alicia en el país de las encrucijadas
La encrucijada en la que se encuentra
nuestro país. La dicotomía que encierra el proceso electoral nos obliga a
reflexionar sobre el rol que jugará nuestro voto en estas próximas elecciones.
Por una parte. ¿Conviene o no conviene participar en este aquelarre electoral?
¿Debemos demostrar nuestro descontento con un abstencionismo? O por lo
contrario ¿Debemos utilizar las herramientas que el propio sistema diseño con
todas las de ganar en su propio beneficio y votar? Desgraciadamente nuestra
realidad social tiene diversos matices, contrastes y sus evidentes
contradicciones. El diseño y operatividad de nuestro Estado se encuentra
regulado y sustentado en una mascarada que obedece las reglas de una puesta en
escena sexenal. Se define y proyecta en determinados canales de conducción, los
que obviamente permiten todo tipo de maniobras para ajustar su desarrollo a sus
intereses y necesidades. Considero que las múltiples y diversas condiciones
económicas, sociales, políticas y culturales, así como su confrontación al
Estado reacción, determinan la diversidad de propuestas y acciones, encaminadas
a mejorar las condiciones de vida y aminorar la grave desigualdad social. La
dialéctica política nos diría que la multiplicidad de acciones encaminadas al
mejoramiento de nuestro medio social, nos lleva invariablemente a la rispidez
entre las diversas clases lo conforman y a una dinámica de transformación. De esto, considero que es conveniente nutrir
todos los mecanismos que brinden la posibilidad de madurar los procesos de
transformación y mejoramiento social, así como la autonomía en sus productos,
materia prima y capital. Utilizar, para
frenar la conquista futura y foránea, los mecanismos que el mismo Estado
ofrece, pero sin perder de vista que los cambios verdaderos se gestan desde
abajo, donde las raíces sorben lo mejor de nuestra condición humana, nuestra
cultura llena de luces, y nuestra propia identidad dibujada y definida por los
más primeros, los que hablaban de frente con las estrellas y compartían la
palabra y el universo.
Aclaración. La siguiente reflexión la escribí antes del
tan celebrado y vapuleado debate, pero en lo esencial continua en la brega.
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