Monday, September 19, 2011

Cinco y Seis

Los que tienen en su poder la tinta negra y roja y lo pintado.
Nos llevan, nos guían, nos dicen del camino
Coloquios 1524

El libro nagual: El Amoxtli, con sus venas de papel amate
guiaba a los más viejos a través del mapa de estrellas
dibujado en el cielo.
Los sabedores, los dueños del canto y la palabra
las flores de la danza; los que escribían con tinta negra y roja
el destino de su pueblo según el Gran Señor de la cercanía y la proximidad.

Entonces la palabra escrita, el verbo primero y su abuelo de silencio
fue borrado con cruz y fuego: el vino santo colmó de amores
el potro de sus tormentos.
Ardieron en piras gigantes las voces de los más primeros.
Un cáliz de pólvora multiplicó los excesos y los canales de Texcoco
se tiñeron de sangre.
Entonces la palabra escrita en los Amoxtli y en la roca
dejó su cielo y consonancia.
Bajo la luna, envueltos con fuego y tristeza, sus hijos,
empezaron a invocar su palabra en torno a la hoguera.
La fugacidad de la vida y lo difícil de hablar con su Dios dual,
que es al unísono Agua-noche, danza-fuego
y la palabra que brota como viento bueno de la roca, se multiplicó.

Mariposa de Obsidiana

En un sahumerio de flores y un beso de Itxchel se dio el brumoso despertar.
Ruta lejana que entronca donde se mece el silencio,
donde todo se engrana al instante que muere,
lo que se constriñe en el origen de la palabra:
Lo más sagrado de lo eterno,
lo más florido de los campos,
la primera gota de sangre que reventó en sus mares.
Revoltijo de azules y negros de lo que no era y prefirió ser;
llegar a consumarse en la ruta de los soles y llegar al verde vibrante
de la primer mañana, cuando llegaron los tatas de muy lejos.
Los hombres de la tinta negra y roja, los que sabían el embrujo de la palabra.
“Dijeron que era canto la palabra, emoción y encuentro con la estrella de la mañana,
la que endilgó de valles y montañas y lunas a la noche primera,
la que despertó de entre muchas eternidades con el sabor
a herrumbre de oscuridad entre los labios”.

Siete y Ocho

Espejo que Ahúma
Ya te has ido a la mansión de los muertos, al lugar del descenso, al lugar donde no hay salidas
ni aberturas. Nunca más podrás hacer tu camino de regreso.
Códice Florentino

Dijeron que la palabra sana, de los pasos que siguen: Así lo hicieron caminando.
Desde el principio de todas las travesías.
Dijeron de las voces que está escrito con notas musicales en todo el cuerpo de la noche.
Acertijos de los más viejos convertidos en estrellas fugaces.
Del cielo a los maizales y de la hoguera crujiente a los tiempos venideros.


Los Dioses supieron que existían cuando con su sangre crearon a los hombres.
Los tiempos se congregaron en una lágrima de eterna madrugada;
El sol empezó su caminata a la región de la luz en el cuadrante de los colores.
Y los que venían con la tinta negra y roja “los que sabían”,
los que enhebraban con flores el contorno del fuego y su canto
dijeron su palabra.
Y nacieron las travesías. Nacieron los hijos de nuestros hijos en el camino.
No se conoció otra cosa que el caminar en busca del camino.
Aquel que la palabra había elegido como Tótem y sacrificio.

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