Monday, September 19, 2011
Ancestrales voces del Silencio
Yo canto las pinturas del libro, lo voy desplegando,
soy cual florido papagayo, mucho de lo que hablo,
en el interior de las casa de las pinturas.
lo sabemos porque lo leyeron los abuelos y los abuelos
vinieron de donde vinieron todas las distancias.
Cantares Mexicanos
Uno y Dos
Ahí donde mora el silencio
y los murmullos cuidan de su cauda, lanzo el anzuelo,
para pescar a plenitud lo que me corresponde de regalías,
la luz que sostiene los prodigios del maíz,
conjunción de las primeras aguas, la primer chispa
y el soplo de lo inconmensurable, aún sin existir en sus catacumbas.
Con un manojo de silencios debidamente macerados en el tepalcate.
Palabras murmullo en el ímpetu del guerrero, apenas perceptible: chispa saltarina
en el laberinto del universo fantasma, apretujado de inexistencias
y amplias periferias
donde aparecería radiante: la muerte y su consorte de vida.
Tres y cuatro
Lo eterno, aún en su cesta de mimbre y navegante de río
en el cuerpo satinado de lo que inmensamente no existía.
Navegaba en el caos divino y su danza de fertilidad
con música y mascara de soles: el milagro del primer verbo.
La palabra florida,, sus glifos, la historia de los caracoles
su recorrido en la espiral de las flores.
El canto de los grafemas en el desierto de las oquedades,
trenzadas en el halo de lo que un día sería Divino.
Entre cantares y largas travesías
se aprendió este canto en la escuela del Calmecac.
Se aprendió el arte de hacer cantar a la roca;
El ágora matutina de la profecía.
El martillo y el cincel nos ayudaron a crear los primeros Dioses,
sus cantos, sus cantares: “La leyenda de los soles”.
Como perseverar ante la voracidad de los tiempos.
Como ofrendar sus colores a la luz del nuevo día
y en cada lectura llenar de flores y cantos al lector.
Epopeya literaria de los abuelos
cincelar Dioses en forma de palabra.
En su lectura levantar santa danza de artificios,, otredades
y en los siete cielos su creación.
soy cual florido papagayo, mucho de lo que hablo,
en el interior de las casa de las pinturas.
lo sabemos porque lo leyeron los abuelos y los abuelos
vinieron de donde vinieron todas las distancias.
Cantares Mexicanos
Uno y Dos
Ahí donde mora el silencio
y los murmullos cuidan de su cauda, lanzo el anzuelo,
para pescar a plenitud lo que me corresponde de regalías,
la luz que sostiene los prodigios del maíz,
conjunción de las primeras aguas, la primer chispa
y el soplo de lo inconmensurable, aún sin existir en sus catacumbas.
Con un manojo de silencios debidamente macerados en el tepalcate.
Palabras murmullo en el ímpetu del guerrero, apenas perceptible: chispa saltarina
en el laberinto del universo fantasma, apretujado de inexistencias
y amplias periferias
donde aparecería radiante: la muerte y su consorte de vida.
Tres y cuatro
Lo eterno, aún en su cesta de mimbre y navegante de río
en el cuerpo satinado de lo que inmensamente no existía.
Navegaba en el caos divino y su danza de fertilidad
con música y mascara de soles: el milagro del primer verbo.
La palabra florida,, sus glifos, la historia de los caracoles
su recorrido en la espiral de las flores.
El canto de los grafemas en el desierto de las oquedades,
trenzadas en el halo de lo que un día sería Divino.
Entre cantares y largas travesías
se aprendió este canto en la escuela del Calmecac.
Se aprendió el arte de hacer cantar a la roca;
El ágora matutina de la profecía.
El martillo y el cincel nos ayudaron a crear los primeros Dioses,
sus cantos, sus cantares: “La leyenda de los soles”.
Como perseverar ante la voracidad de los tiempos.
Como ofrendar sus colores a la luz del nuevo día
y en cada lectura llenar de flores y cantos al lector.
Epopeya literaria de los abuelos
cincelar Dioses en forma de palabra.
En su lectura levantar santa danza de artificios,, otredades
y en los siete cielos su creación.
Cinco y Seis
Los que tienen en su poder la tinta negra y roja y lo pintado.
Nos llevan, nos guían, nos dicen del camino
Coloquios 1524
El libro nagual: El Amoxtli, con sus venas de papel amate
guiaba a los más viejos a través del mapa de estrellas
dibujado en el cielo.
Los sabedores, los dueños del canto y la palabra
las flores de la danza; los que escribían con tinta negra y roja
el destino de su pueblo según el Gran Señor de la cercanía y la proximidad.
Entonces la palabra escrita, el verbo primero y su abuelo de silencio
fue borrado con cruz y fuego: el vino santo colmó de amores
el potro de sus tormentos.
Ardieron en piras gigantes las voces de los más primeros.
Un cáliz de pólvora multiplicó los excesos y los canales de Texcoco
se tiñeron de sangre.
Entonces la palabra escrita en los Amoxtli y en la roca
dejó su cielo y consonancia.
Bajo la luna, envueltos con fuego y tristeza, sus hijos,
empezaron a invocar su palabra en torno a la hoguera.
La fugacidad de la vida y lo difícil de hablar con su Dios dual,
que es al unísono Agua-noche, danza-fuego
y la palabra que brota como viento bueno de la roca, se multiplicó.
Mariposa de Obsidiana
En un sahumerio de flores y un beso de Itxchel se dio el brumoso despertar.
Ruta lejana que entronca donde se mece el silencio,
donde todo se engrana al instante que muere,
lo que se constriñe en el origen de la palabra:
Lo más sagrado de lo eterno,
lo más florido de los campos,
la primera gota de sangre que reventó en sus mares.
Revoltijo de azules y negros de lo que no era y prefirió ser;
llegar a consumarse en la ruta de los soles y llegar al verde vibrante
de la primer mañana, cuando llegaron los tatas de muy lejos.
Los hombres de la tinta negra y roja, los que sabían el embrujo de la palabra.
“Dijeron que era canto la palabra, emoción y encuentro con la estrella de la mañana,
la que endilgó de valles y montañas y lunas a la noche primera,
la que despertó de entre muchas eternidades con el sabor
a herrumbre de oscuridad entre los labios”.
Siete y Ocho
Espejo que Ahúma
Ya te has ido a la mansión de los muertos, al lugar del descenso, al lugar donde no hay salidas
ni aberturas. Nunca más podrás hacer tu camino de regreso.
Códice Florentino
Dijeron que la palabra sana, de los pasos que siguen: Así lo hicieron caminando.
Desde el principio de todas las travesías.
Dijeron de las voces que está escrito con notas musicales en todo el cuerpo de la noche.
Acertijos de los más viejos convertidos en estrellas fugaces.
Del cielo a los maizales y de la hoguera crujiente a los tiempos venideros.
Los Dioses supieron que existían cuando con su sangre crearon a los hombres.
Los tiempos se congregaron en una lágrima de eterna madrugada;
El sol empezó su caminata a la región de la luz en el cuadrante de los colores.
Y los que venían con la tinta negra y roja “los que sabían”,
los que enhebraban con flores el contorno del fuego y su canto
dijeron su palabra.
Y nacieron las travesías. Nacieron los hijos de nuestros hijos en el camino.
No se conoció otra cosa que el caminar en busca del camino.
Aquel que la palabra había elegido como Tótem y sacrificio.
Nos llevan, nos guían, nos dicen del camino
Coloquios 1524
El libro nagual: El Amoxtli, con sus venas de papel amate
guiaba a los más viejos a través del mapa de estrellas
dibujado en el cielo.
Los sabedores, los dueños del canto y la palabra
las flores de la danza; los que escribían con tinta negra y roja
el destino de su pueblo según el Gran Señor de la cercanía y la proximidad.
Entonces la palabra escrita, el verbo primero y su abuelo de silencio
fue borrado con cruz y fuego: el vino santo colmó de amores
el potro de sus tormentos.
Ardieron en piras gigantes las voces de los más primeros.
Un cáliz de pólvora multiplicó los excesos y los canales de Texcoco
se tiñeron de sangre.
Entonces la palabra escrita en los Amoxtli y en la roca
dejó su cielo y consonancia.
Bajo la luna, envueltos con fuego y tristeza, sus hijos,
empezaron a invocar su palabra en torno a la hoguera.
La fugacidad de la vida y lo difícil de hablar con su Dios dual,
que es al unísono Agua-noche, danza-fuego
y la palabra que brota como viento bueno de la roca, se multiplicó.
Mariposa de Obsidiana
En un sahumerio de flores y un beso de Itxchel se dio el brumoso despertar.
Ruta lejana que entronca donde se mece el silencio,
donde todo se engrana al instante que muere,
lo que se constriñe en el origen de la palabra:
Lo más sagrado de lo eterno,
lo más florido de los campos,
la primera gota de sangre que reventó en sus mares.
Revoltijo de azules y negros de lo que no era y prefirió ser;
llegar a consumarse en la ruta de los soles y llegar al verde vibrante
de la primer mañana, cuando llegaron los tatas de muy lejos.
Los hombres de la tinta negra y roja, los que sabían el embrujo de la palabra.
“Dijeron que era canto la palabra, emoción y encuentro con la estrella de la mañana,
la que endilgó de valles y montañas y lunas a la noche primera,
la que despertó de entre muchas eternidades con el sabor
a herrumbre de oscuridad entre los labios”.
Siete y Ocho
Espejo que Ahúma
Ya te has ido a la mansión de los muertos, al lugar del descenso, al lugar donde no hay salidas
ni aberturas. Nunca más podrás hacer tu camino de regreso.
Códice Florentino
Dijeron que la palabra sana, de los pasos que siguen: Así lo hicieron caminando.
Desde el principio de todas las travesías.
Dijeron de las voces que está escrito con notas musicales en todo el cuerpo de la noche.
Acertijos de los más viejos convertidos en estrellas fugaces.
Del cielo a los maizales y de la hoguera crujiente a los tiempos venideros.
Los Dioses supieron que existían cuando con su sangre crearon a los hombres.
Los tiempos se congregaron en una lágrima de eterna madrugada;
El sol empezó su caminata a la región de la luz en el cuadrante de los colores.
Y los que venían con la tinta negra y roja “los que sabían”,
los que enhebraban con flores el contorno del fuego y su canto
dijeron su palabra.
Y nacieron las travesías. Nacieron los hijos de nuestros hijos en el camino.
No se conoció otra cosa que el caminar en busca del camino.
Aquel que la palabra había elegido como Tótem y sacrificio.
Nueve y Diez
Nueve y Diez
Serpiente de Nácar
(Tláloc y la dualidad)
Lo que no se ve
lo que no se ve mirando
con los cielos
con el azul que acaba de negro,
tejió con estrellas y plumas de quetzal el destello del canto.
Y cantó
cantando de voces y cantos
un pedacito de luna y flor de cacao
con herida de luz y el aroma intimo de la tierra.
Espuma de un color ocre que sabe a barro
“color de mi carne”.
“El que sabe algo” dijo su palabra
dijo del enigma de las sombras
lo oscuro del no regresar,
lo enterito entre la distancia y la lejanía,
lo apretujado de los tiempos:
la poesía de flor y canto.
Por fin lo comprende mi corazón:
escucho un canto
contemplo una flor..
!Ojala no se marchiten!
Netzahualcoyotl
Porque lo junto y lo cercano
corta como el jade filoso;
porque el dueño de las proximidades
unta su canto a los caminos
de la noche y sus vientos.
Porque los rostros y corazones ocultos
en la línea que divide el mundo de los muertos,
dicen de los sueños con las figuras de las nubes
a punto de llorarse.
Porque el Dador de todo lo oculto
lo enseña con su canto, su danza y su flor.
Con canto de cantares.
Con cantares de fiesta
con fiesta de colores.
Con colores del rojizo amanecer,
con camino apenas errante
errante de la primavera que nunca termina.
Acaso por mi tengas que llorar,
por mi tengas que afligirte,
tu amigo mío,
pero yo ya me voy a su casa.
Solo esto dice mi corazón
no volveré una vez más.
Cuacuauhtzín
Porque hasta en el más noble corazón, como en el diamante,
la claridad se ahúma.
La noche se vacía de transparencia.
En algún lugar del recorrido
un suspiro de niebla araña los ahuehuetes.
La noche sin velos y sus manos,
a la deriva de sus hijos, repletos de estrellas.
Porque mi voz brota donde se escriben los cantos.
Con sonajas, plumas y flor de cacao a celebrar
con la estrella de la mañana en la piedra del sacrificio.
Porque hasta el sacrificio de los Dioses
fue con sangre para echar a rodar la noche entera.
Porque así estaba dispuesto en el canto de las flores, antes,
mucho antes del siniestro arribo de las cruces y las espadas.
Serpiente de Nácar
(Tláloc y la dualidad)
Lo que no se ve
lo que no se ve mirando
con los cielos
con el azul que acaba de negro,
tejió con estrellas y plumas de quetzal el destello del canto.
Y cantó
cantando de voces y cantos
un pedacito de luna y flor de cacao
con herida de luz y el aroma intimo de la tierra.
Espuma de un color ocre que sabe a barro
“color de mi carne”.
“El que sabe algo” dijo su palabra
dijo del enigma de las sombras
lo oscuro del no regresar,
lo enterito entre la distancia y la lejanía,
lo apretujado de los tiempos:
la poesía de flor y canto.
Por fin lo comprende mi corazón:
escucho un canto
contemplo una flor..
!Ojala no se marchiten!
Netzahualcoyotl
Porque lo junto y lo cercano
corta como el jade filoso;
porque el dueño de las proximidades
unta su canto a los caminos
de la noche y sus vientos.
Porque los rostros y corazones ocultos
en la línea que divide el mundo de los muertos,
dicen de los sueños con las figuras de las nubes
a punto de llorarse.
Porque el Dador de todo lo oculto
lo enseña con su canto, su danza y su flor.
Con canto de cantares.
Con cantares de fiesta
con fiesta de colores.
Con colores del rojizo amanecer,
con camino apenas errante
errante de la primavera que nunca termina.
Acaso por mi tengas que llorar,
por mi tengas que afligirte,
tu amigo mío,
pero yo ya me voy a su casa.
Solo esto dice mi corazón
no volveré una vez más.
Cuacuauhtzín
Porque hasta en el más noble corazón, como en el diamante,
la claridad se ahúma.
La noche se vacía de transparencia.
En algún lugar del recorrido
un suspiro de niebla araña los ahuehuetes.
La noche sin velos y sus manos,
a la deriva de sus hijos, repletos de estrellas.
Porque mi voz brota donde se escriben los cantos.
Con sonajas, plumas y flor de cacao a celebrar
con la estrella de la mañana en la piedra del sacrificio.
Porque hasta el sacrificio de los Dioses
fue con sangre para echar a rodar la noche entera.
Porque así estaba dispuesto en el canto de las flores, antes,
mucho antes del siniestro arribo de las cruces y las espadas.
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