III
La mañana sube por el cielo.
Camina entre el caserío de las lomas;
sabe de los encuentros a mitad del camino.
Llega hasta mi punto de enclave,
no mi sitio de poder.
Cosquillea mi nostálgica memoria
para reivindicar una abulia que rara vez
se enternece.
Trata de tensar mi indiferencia
haciéndome creer que soy un gigante
habitante en una línea de mi mano.
Inventariando con pulcritud los indultos
que la vida me ofrece.
Interpreto los gabazos del magro café.
La figura enclenque de mi cuerpo
se estira entre diminutas explosiones.
Humedades polimorfas que al soplo divino
se interpretan con los ojos vacuos de mi no estar.
1 comment:
No había leído el III y IV de este poema prodigioso. Gracias amigo por compartirlo
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